Todos “discapacitados”

Eliécer Cárdenas E.

OPINIÓN|                         

                                              

_ ¿Sabía usted que en la Asamblea Nacional y varias entidades públicas “ha sabido haber” tal cantidad de discapacitados, es decir ciegos, sordos, mudos, y hasta tontos, que se trataría de una nueva pandemia, que afecta a las instancias del estado?

_ En efecto, varios legisladores tienen discapacidad auditiva y hasta mental, lo cual resulta sencillamente inconcebible, ya que para atender las discusiones parlamentarias es indispensable tener buen oído, y para idear y elaborar leyes, es preciso no tener discapacidad mental alguna. Eso lo saben hasta los nenes.

_ Además, estos supuestos afectados por presuntas discapacidades, si fueran honestos, debieron decir a los electores que tenían esos pequeños problemas en sus organismos, para ver si depositaban su voto por ellos.

_ Así es. Para ser asambleísta no se requiere tener un físico atlético ni una super vista ni super oído como Superman, pero si se necesita que escuchen normalmente y entiendan como el promedio de los mortales.

_ Lo que sucede es que, al parecer, la única discapacidad verdadera que tienen estos señores y señoras, es la discapacidad moral, que no les permite distinguir lo que es lícito y lo que es pillería y timo, caso contrario no se explica cómo obtuvieron carnets de discapacitados, cuando para los sencillos ciudadanos que tienen un familiar con graves discapacidades auténticas, resulta un verdadero “viacrucis” obtener aquellos carnets, que ¡Oh sorpresa! Se vendían según las informaciones periodísticas, a mil trecientos dólares en las bahías de Guayaquil.

_ Este nuevo escándalo de los carnets de discapacidad para gentes indebidas y mañosas, sería la gota que colmó el vaso de la indignación pública. Un verdadero discapacitado de los sectores medios y populares no tiene a su alcance la posibilidad de comprar en el exterior vehículos de alta gama, para traerlos exonerados de impuestos, gracias al famoso carnet de discapacitado.

_ En definitiva, una burla sangrienta a los cientos de miles de compatriotas que verdaderamente poseen alguna discapacidad, en muchos casos tan severas que no pueden sobrevivir sin ayuda. (O)