Viveza criolla

EDITORIAL|

Todo quebrantamiento de la ley merece rechazo ciudadano sobre todo cuando se perjudica a terceros o se hace daño al bien público, pero ciertos procedimientos merecen una cierta forma de reconocimiento a sus autores porque conllevan algo de astucia, se pretende encontrar “mérito” en los perjuicios ocasionados por aprovechamiento personal. Para facilitar la ejecución de determinados delitos, sus autores han desarrollado una serie de estrategias para salir campantes de sus acciones contrarias a la ley o eludir las normas con disimulo. Todo delito es repudiable, pero para algunas personas son dignos de reconocimiento por el ingenio demostrado en su ejecución.

En nuestro país se denomina a esta forma de conducta viveza criolla, y suele añadirse calificativos como sapada y decir que el autor es pilas. Si el buen funcionamiento de una democracia depende del respeto a las leyes, esta manera de eludirlas ocasiona serios daños a la colectividad y es frecuente que los autores no merezcan sanción. Hay que superar este tipo de aceptación general, ya que alabarla de alguna manera incita a los demás a ponerla en práctica o facilita que surjan intermediarios expertos en estas malas artes demostrando especial pericia en burlar las normas y debilitar la fuerza de la ley que proviene de su observancia.

La pandemia ha sacado a luz una serie de prácticas de esta índole con cuantiosas estafas al Estado. Prácticas para aprovechamiento de ventajas que el carnet de minusválido a los que no tienen esa condición, muestran la complicidad de los encargados del proceso en las instituciones públicas a personas que carecen de condiciones o incrementan el nivel. Los perjuicios al Estado llegan a cifras elevadas. Las ganancias son tan jugosas que ha surgido una agrupación experta en conseguir los carnets irregulares, cobrando jugosos honorarios por la “gestión”. Esperamos que se den sanciones fuertes para los responsables para debilitar al “alabanza” a la viveza criolla.