OPINIÓN|
Una de las principales noticias en las redes sociales y en algunos medios de comunicación fue que la recientemente electa Vicepresidenta de la república había asistido el domingo a misa. La noticia tenía condumio- pepa dicen los entendidos- y algunos no dejaron pasar la oportunidad. Hicieron aparecer como que la alta autoridad había escogido una iglesia para hablar por primera vez. Y eso atentaba contra el “estado laico”. De súbito regresaron cien años atrás, al debate sobre el anticlericalismo.
No dijeron que la nueva vicepresidenta- según personas cercanas a su círculo familiar- asiste todas las semanas a misa en su parroquia, como lo hacen cientos de miles de ecuatorianos. Tampoco dijeron que no se trataba de declaraciones, sino de que, dada la reciente elección, el párroco le había invitado a que diga unas palabras, lo cual es también explicable. No todos los días una feligresa de la parroquia es electa Vicepresidenta de la república.
No conozco a la Vicepresidenta. Estoy entre el quince por ciento que nunca ha sido correísta ni morenista. Me parece que, dadas las circunstancias políticas del país, se “encontró” la vicepresidencia. Como muchos-no todos- los ecuatorianos, espero fervientemente que le vaya bien, por el bien del país.
Pero, comenzar criticándole porque el domingo asistió a misa, me parece una muestra de infantilismoCideológico. Más todavía si en el camino reciente van quedando un Vicepresidente preso por corrupción, una Vicepresidenta -salvada por la campana – no de la Iglesia- sino de la cárcel y un tercer vice con buen desempeño pero que borró con el codo lo que había hecho con la mano al abandonar el barco que se hunde, tentado por una hipotética y poco probable presidencia. (O)
