Madre e hija cumplen su sueño al mismo tiempo: ser bachilleres

Diana Zhizhin se graduó como la mejor egresada de su institución educativa. XCA

A las cinco y media de la mañana, Inés Villa ya estaba de pie porque tenía una hora para llegar a su trabajo como trabajadora de hogar. Diez horas después, tras la jornada pesada que supone su labor, estaba en el bus que lo llevaba hacia la Unidad Educativa Paccha, en donde se quedaba hasta cerca de las diez de la noche para estudiar. Pero allí no terminaba el trajín.

En su casa comía algo para que el estómago aguantase las siguientes horas en las que se dedicaba a hacer las tareas. Por lo general se acostaba a dormir entre la una y las dos de la mañana, para tres horas después estar de nuevo fuera de la cama y hacer lo mismo que había hecho en los últimos tres años: ser madre de dos hijas, ser trabajadora de hogar y ser una estudiante que no había podido empezar ni culminar sus estudios secundarios.

Inés Villa tiene treinta y nueve años. En la adolescencia, cuando se suponía que tenía que ingresar al colegio no lo hizo. Proveniente de una familia numerosa, el trabajo de sus padres no era suficiente para mantener a todos, lo que la obligó a buscar una labor que ayudase a sus hermanos. Y con ello sobrevino el sacrificio de dejar de estudiar para trabajar.

Luego, con el transcurso del tiempo, se convirtió en madre de Diana, quien ahora tiene 17 años, y de Pamela, de 16. Volver a estudiar y concluir una etapa para ser bachiller no lo tenía pensado Inés. Y sin embargo, las profesoras de la Unidad Educativa Paccha le habían comentado que estaba por empezar el bachillerato intensivo, un programa exclusivo para las personas que no culminaron sus estudios secundarios.

Entonces Inés lo pensó, sobre todo, porque en la unidad educativa también estaba Diana, y si los cálculos no le fallaban, si finalizaba el programa sin problemas, se graduaría al mismo tiempo que su hija.

Cansancio

Inés se animó y empezó desde el principio, es decir, entró al primer año de secundaria, mientras que Diana se inscribió en el primer año de bachillerato. Y lo que inició como un sueño dulce se transformó en una lucha diaria compuesta de lágrimas que iban y venían.

Cuando no había energías, Inés quería renunciar, pero Diana y Pamela fueron el sostén de su madre, para quien los días eran largos y difíciles. Las profesoras de la Unidad Educativa también fueron parte de la motivación.

“Cuando quería retirarme, ellas me decían que no podían creer que yo ya estaba en el barco y que el barco estaba por llegar al puerto, y que a pesar de eso yo me quería ahogar”, recuerda Inés.

En las horas de la madrugada, Diana acompañaba a su madre. Cuando algo no entendía, Diana le explicaba o buscaba la manera de hacerle entender. Ambas se complementaron, se motivaron y por si fuera poco, se volvieron unas de las mejores estudiantes de la institución.

Las mejores

Tras tres años de trabajo constante, Diana se graduó la tarde del 24 de julio. Fue la mejor egresada de su promoción. Mientras que Inés se incorporará como bachiller en un par de días luego de haberse exonerado en la presentación de su trabajo de grado.

Las últimas semanas no fueron fáciles porque la pandemia también afectó su manera de vivir. Madre e hija habían estado acostumbradas a las clases presenciales, pero con el confinamiento obligatorio tuvieron que usar un servicio que no tienen hasta ahora: el internet.

No obstante, un hermano de Inés, que vive cerca de su casa, les compartió el servicio que hoy, junto al agua y a la luz, se han convertido en algo indispensable.

“Para mí no fue fácil adaptarme. Para los jóvenes la tecnología es más fácil, pero para uno no fue así. No tenemos internet y tuvimos que pedir ayuda a mi hermano para que nos comparta a mí y a mi hija”, dice Inés.

Por su parte, Diana no tuvo mayores inconvenientes, y de hecho, ella ayudó a la institución educativa a canalizar las tareas hacia sus compañeros, según la rectora encargada de la Unidad Educativa Paccha, Julia Monge.

“Siempre fueron comprometidas con lo hacían. Ellas fueron siempre colaboradoras. Y es un orgullo que la institución gradúe a madre e hija. Han sabido aprovechar las oportunidades que se han presentado”, dice Julia.

Profesionales

Pensar en el futuro, cuando de por medio está la pandemia, es incierto. Aun así, Diana e Inés tienen ilusión de cumplir otras metas. Por su lado, Diana quiere entrar a la universidad y estudiar contabilidad y ser ingeniera en sistemas. Por su parte, Inés quiere ser enfermera.

“Yo estoy muy orgullosa de mi mamá porque estudió y cumplió con el objetivo. Fue difícil pero entre las tres nos apoyamos y lo logramos. Ahora buscaremos otros sueños y esperamos cumplirlos. Creo que se puede y lo vamos a intentar”, dice Diana, quien acomodará la medallaꟷ que le entregaron por ser la mejor estudianteꟷ junto al título de bachiller de Inés. (I)