Los virus patriotas

Alberto Ordóñez Ortiz

OPINIÓN|

El gobierno continúa dando palos de ciego. No coge escarmiento. Hasta podría decirse que le llegó a gustar. Que se engolosinó. Los lanza al aire. Toquen a quien tocaren. Haciendo caso omiso del daño que causen. Podría decirse que no le arredra el incremento de muertos que surgen a consecuencia de una pandemia que no tiene reposo y que se agiganta en el día a día. Pruebas al canto: Allí está el decreto con que el gobierno declaró por todo lo alto como feriado el período de fiestas cívicas comprendido entre el 8 al 10 de agosto. La industria hotelera y el turismo izaron las banderas de la dicha, porque hay que entender que busines son busines. Y que frente a ellos todos -o casi todos- se arrodillan. Sin que podamos olvidar que también los dueños de las empresas fúnebres se frotaron las manos y exhibieron su contento con el disimulo que las circunstancias exigían.

La extraña y absurda disyuntiva a la que nos ha conducido un gobierno que por lo visto no es de todos sino de los grandes empresarios. ¿Que está primero? ¿La vida o la muerte? Si bien es cierto que el país se hunde en una vertiginosa espiral de recesión económica sin precedentes, no deja de ser menos cierto que la protección de la vida de sus ciudadanos es su primer y principal mandato. Y si pretendemos ser religiosos, tendríamos que por fuerza decir su primer mandamiento. ¿Blanco o negro? ¿Luz o tiniebla? Y otra vez la disyuntiva de inicio: ¿supervivencia o cementerio?

Se autorizó el funcionamiento de varias de las más rentables playas. La prevalencia de los business  se impuso de forma abrumadora. Así las cosas, tendríamos que entender que durante el feriado el covid se volvió patriota y no afectó a nadie. Entonces, resulta claro como el agua que para liquidarlo, el gobierno debería extender el feriado hasta que llegue la vacuna. Manos a la obra. (O)