Brujas y hadas

Josefina Cordero Espinosa

OPINIÓN|

“Háblame de esas cosas

que nunca me has hablado;

las estrellas, las rosas,

aquel cuento olvidado …

que dejó en tu memoria

el más glorioso acervo,

aquel cuento … o la historia

que es para ti recuerdo”, (Julie Sopetrán)

El tiempo retorna como un bumerang y nos devuelve las vivencias, los sueños que acortan las distancias, la infancia, la juventud; las leyendas y los mitos, las orillas de los ríos que con un no sé qué de humano acarician los saucedales trayendo en su espuma las añejas historias de las brujas de San Roque que manipulando las tijeras en cruz conseguían amores para unos y venganzas para

otros que compraban sus favores; o el recuerdo de ese donjuán que contemplando la belleza de las mujeres, dijo «mí sorpresa es ver que las embrujadoras de antaño son las brujas de hoy».

En la idiosincrasia de los pueblos está la búsqueda de explicación de los fenómenos que ocurren a su alrededor y no s~ los comprende. En la nuestra están esas mujeres que adivinaban la fortuna y eran capaces de hechizar para bien o para mal; se las pintaba como personas jorobadas, horribles, con una gran nariz, desdentadas, con verrugas, como escapadas del mismo infierno, volando trepadas en una escoba. Su imagen hacía contraste con la de las Hadas Madrinas que unas eran muy silgadaditas y gentiles! otras gordiflonas y risueñas, con su varita mágica podían convertir todo lo que tocaban en estrellas de luz y en maravillas, flotando con sus propias alas de encaje y de ternura.

Hermoso tiempo mágico, de fabulas y ensueños. (O)