El transporte de Cuenca en 200 años

Hace 108 años, los cuencanos verían por primera vez un vehículo. De llantas delgadas, ꟷparecidas a las de motocicletaꟷ, carrocería fina y con espacio para cuatro personas, el carro de marca Clement Bayard fue adquirido en Francia, por Federico Malo Andrade.

En aquel entonces, sin vías que conectarán Cuenca con las otras regiones, los llamados guanderos hicieron sacrificios descomunales para traer el vehículo motorizado que empezaría a circular por las calles en 1913.

Una fotografía del recién llegado que, según Leonardo Ochoa Andrade, nieto del primer conductor, fue calificado por las beatas como «el diablo que retumba las calles, fue publicado en el libro Cuenca, Santa Ana de las Aguas.

Desde entonces, los vehículos empezarían a sumarse en Cuenca, que desde 1920, de acuerdo a la historiadora Ana Luz Borrero, vería la pavimentación de sus calles.

“En los años veinte comienza la pavimentación de la ciudad con adoquines tallados a mano en andesita gris y negra, elemento importante del paisaje patrimonial del Centro Histórico”, escribió Borrero en su artículo Cambios históricos en el paisaje de Cuenca.

El adoquinamiento daría paso no solo a la circulación de las carrozas y sus caballos, sino de los carros que han sido suplantados por los contemporáneos, los cuales hoy son la principal fuente contaminación del aire de la ciudad.

Hacia la movilidad sustentable

Según datos de la Empresa de Movilidad de Cuenca, hasta el 2019, en el cantón circulaban 150 000 vehículos a diario, sin embargo, en el 2018 solo se registraron, a través de la Revisión Técnica Vehicular, 85 235 automotores.

Desde el 2008, el Municipio de Cuenca, junto al Instituto de Estudios de Régimen Seccional del Ecuador (IERSE) que funciona en la Universidad del Azuay, monitorean la calidad del aire de la ciudad.

Y hasta el año pasado, el aire era contaminado en un 70% por el número de vehículos que están en Cuenca. Ante ello, en diferentes administraciones de la ciudad se ha intentado establecer un camino hacia la movilidad sustentable, no obstante, ha habido tropiezos que dejaron secuelas.

Uno de los ejemplos que más sobresale es el tranvía. Sus rieles empezaron a ser trazadas a principios de la década pasada y con ello llegaron una serie de problemas que todavía hoy se mantienen a pesar de que ya está funcionando.

Y aun con la problemática, la gente lo ha visto como una herramienta, sobre todo en medio de la pandemia: solo en el tranvía, según el Municipio de Cuenca, se movilizan 18 000 personas diariamente.

Con la construcción del proyecto tranvía, en la ciudad se empezaron a implementar otras iniciativas, como la bicicleta pública y las electrolineras.

Y por lo pronto, en el caso de la bicicleta pública, ha habido buenos resultados luego de que el Comité de Operaciones de Emergencia restringiera el uso de los vehículos motorizados por la presencia del COVID-19. El departamento de Movilidad No Motorizada, desde mayo, ha registrado 60 viajes diarios. Y se estima que en general, el uso de la bicicleta aumentó en un 6%.

Mientras que las electrolineras todavía no han sido usadas masivamente, porque hasta el año pasado la EMOV registró solo 20 carros eléctricos. Aun así, ha aumentado el uso del escúter: se ha vuelto normal, que en los locales en donde se comercializan motocicletas que funcionan con gasolina también estén disponibles las llamadas motos ligeras.

Cambios

A mediados de septiembre, la EMOV presentará la semana de la movilidad, con la que se hará hincapié el uso de vehículos que no contaminen. El objetivo de la empresa pública es que en Cuenca la población se adapte a la movilización sustentable.

Y la pandemia, que si bien desencadenó una emergencia sanitaria, ya ha ayudado a que los comportamientos de los cuencanos cambien: en los meses de confinamiento se redujo en un 26% las emisiones de monóxido de carbono y del dióxido de azufre.

Para Chester Sellers, investigador del IERSE, en una entrevista con diario El Mercurio, el cambio en las actividades en la cuarentena demostró que sí se puede mejorar la calidad del medio ambiente en Cuenca, que en menos de tres meses celebrará sus doscientos años de independencia, y que bien podría usarlo como excusa para cambiar los hábitos de movilidad. (AWM)-(I)