Justicia

Aurelio Maldonado Aguilar

OPINIÓN|

Justicia y libertad son palabras y conceptos claves en la vida del hombre y sociedad. Su respeto a raja tabla daría como resultado un conglomerado humano feliz y augusto, más, siempre fue un concepto utópico, pues injusticias existieron desde el primer homínido irrespetuoso y atrevido que tomó para sí, un fruto más que el resto de sus congéneres, sin otra razón que no sea el acaparamiento y la ansiedad de atesorar. La justicia es aquel maravilloso principio moral que obliga a obrar y juzgar respetando la verdad y ofreciendo a cada uno lo que le corresponde con total ecuanimidad. En el Ecuador, la justicia es un remedo soberano. La dama ciega que debe imponer el criterio de equidad sin mirar a los actores y solo dirigir su fallo basado en frías pruebas y sospechas ciertas del delito a castigar, fue convertida en meretriz dispuesta a entregarse por un pago o favor del delincuente y vender un beneficio que le salve de la mazmorra. Es hora de tomar en serio todo el andamiaje de justicia con leyes simples pero irrefutables, jueces y cortes que no intenten ladinamente evitar fallos por estar pagados y peor aún obrar por órdenes de jerarcas superiores o móviles políticos, situaciones que venimos observando desde mucho, pero más agravado en la década del correato, donde autocrático y aleve este vil personaje, ofreció con desvergüenza como regalo al pueblo, meter sus manos en la justicia. Hoy será juzgado junto con más de una decena de compinches igual de mafiosos en el caso sobornos en última instancia de casación, que interpusieron desesperados y mañosos para licuar sus penas. Hoy será el pueblo honesto y masivo, testigo fiel del proceso, que espera que la justicia se yerga en peaña digna y solvente. Al menos es eso lo que esperamos todos. Hoy veremos si por fin los jueces tienen la fortaleza e hidalguía de flamear la bandera de la justicia y hacer efectiva una pena que, al ser evidentes y certeros los delitos comprobados, no puede ser otra que confirmativa para quedar ejecutoriada y sancionada, que dicha sea la verdad, pena mínima de pocos añitos de cárcel para esta patota delictiva, artífices de robos millonarios y debacle de un país entero, cosa desproporcionada con aquel fallo a una persona ciega y octogenaria que por delito de peculado de 700 dólares, le dieron pena de 7 años. Hoy será el día en que el pueblo alerta al veredicto, averiguará si la justicia se impone al atropello y delincuencia organizada. (O)