Inmadurez política

EDITORIAL|

Uno de los derechos políticos importantes de los ciudadanos es el de elegir y ser elegido para dignidades de servicio público. Al hablar de elecciones, si es que hay madurez básica, quienes se postulan para la primera dignidad del país, se espera que crean que tienen posibilidades, aunque no seguridad, de llegar a esa dignidad o para cumplir con compromisos de una organización política fundamentada en ideologías que haya demostrado solidez suficiente. Para los próximos comicios presidenciales se han postulado cerca de veinte candidatos. No es posible creer que todos piensen que tengan posibilidades de triunfar, lograr una votación decente o consolidar un partido o movimiento sólido.

Hacerlo por vanidad, para salir de un anonimato y ver sus nombres en los medios de comunicación es una censurable manifestación de inmadurez política. Hay una tendencia generalizada del ser humano de lograr reconocimiento en organizaciones y dejar de ser un “ilustre” desconocido, pero pretender satisfacer esta tendencia recurriendo a elecciones presidenciales, es una muestra de cinismo. Que en el curriculum vitae conste ex candidato a la presidencia es un falso honor ya que lamentablemente, no constan resultados, con porcentajes a veces miserables, que serían motivo de deshonra. La cuestionable decisión de que el Estado financie las campañas es un incentivo para este tipo de inmadurez.

En las próximas elecciones presidenciales ha habido una decisión de madurez al unirse dos movimientos sólidos que históricamente han demostrado fortaleza y cuyos fundamentos ideológicos y proyectos de organización gubernamental tienen amplia coincidencia. La candidata de una de estas agrupaciones renunció voluntariamente a su candidatura manifestando que, en las actuales condiciones, el destino del país tiene prioridad sobre intereses y aspiraciones individuales. Sería deseable que algo similar ocurra entre otras agrupaciones para mitigar la imagen de carencia de seriedad política que proyecta el Ecuador.