OPINIÓN|
Guiomar Huguet Pané, editora adjunta a la redacción de Viajes de National Geographic, con acierto describe como las “enfermedades nuevas que aparecían y en poco tiempo atacaban a toda una población eran capaces de atravesar fronteras y convertirse en pandemias, cambiando el destino de los lugares y las personas que se veían afectadas por ellas” (2020).
La “nueva normalidad” lejos de significar una transformación de la conciencia que se exprese en usos, costumbres y modos de relación sustentables y sostenibles, nos enfrenta con la dicotomía de vencer el miedo para salvar la economía, dicotomía dentro de la cual habrán ramas de actividad que deberán reinventarse en lógica y dinámica para poder proyectarse en el tiempo.
El turismo es una de las ramas más afectadas y que enfrentará una larga línea de tiempo hacia su recuperación, así, el estudio desarrollado por Diana Fresneda (2020), desarrollado para el Barómetro CIS, de la cadena RTVE de España, da cuenta de un 65.7 % de la población española que no tiene pensado salir de vacaciones en este año, en tanto que un 90 % del 34.3 % que declara lo hará, lo hará dentro del territorio español.
Del turismo internacional de gran escala al turismo local de destino corto, desde el Chorro hasta Buza, del Cubilan a las cascadas del Rodeo, llegando a Llaviuco y, luego a Chobsi a la fortaleza del Cacique Duma; de Ingapirca al Cojitambo, del Fasayñan al cerro San Alfonso y la escalera al cielo; entre miradores, cañones, pajonales, pastizales, maizales y frutales, entre cochas y cascadas… El largo camino del turismo hacia su recuperación nos convoca a reinventar la actividad desde la necesidad urgente de fomentar, en nuestras comarcas, una nueva dinámica de visita-interacción, para generar, por un lado la alternativa de recreación que combate el estrés, en tanto que, desde otra arista, genera empleo solidario en las comunidades y, en otra dimensión, levantar una economía solidaria y diferente…(O)
