Juan Carlos Freire, el orfebre que juega con los metales, y que ganó la medalla del CIDAP

El dos de noviembre, Juan fue condecorado por el Centro Interamericano de Artesanías y Artes Populares.

Juan, de treinta y cuatro años, fue reconocido por su trabajo el dos de noviembre. Andrés Mazza/El Mercurio

Juan Carlos Freire nació entre el brillo de las joyas y creció con el sonido de la orfebrería. Siguiendo los pasos de su padre, se adentró a ese mundo de la paciencia y la perfección. En las vacaciones escolares solía ingresar al taller para jugar con la manipulación de los materiales y darles formas.

En eso descubrió que quería ser un joyero. Entonces decidió estudiar diseño en la Universidad del Azuay, en donde aprendió nuevas técnicas para luego establecer las suyas a través de la experimentación.

Una vez concluidos sus estudios empezó a buscar espacios, especialmente en uno: el Centro Interamericano de Artesanías y Artes Populares (CIDAP). Fue tanto la insistencia que al final logró exponer sus trabajos en una de sus salas.

Al parecer, sus objetivos trazados se estaban cumpliendo. Sin embargo, un accidente lo alejaría de su labor.

Volver a empezar

Relacionado con los deportes que le exigen, Juan practicaba downhill, pero en el 2013 tuvo un accidente en su bicicleta. El suceso casi lo mató. No obstante, como dice él, tuvo suerte y sobrevivió.

Lo que vino después fue difícil: Juan no pudo volver a caminar, y tuvo que cumplir con una larga rehabilitación que lo alejó de la orfebrería. Sus objetivos habían cambiado hacia la recuperación de su vida.

“No tuve cuadros de depresión. La vida tenía que seguir, pero fue muy difícil porque pasé mucho tiempo rehabilitándome. Ahora hago lo mismo que hacía antes. Me voy a la playa con mis amigos, salgo a darme una vuelta. El año anterior competí en la maratón de Nueva York. La vida tiene que seguir”, dijo Juan.

Y así como su vida social tenía que continuar, su labor como orfebre también. Juan regresó al taller, y si bien la agilidad con la que se movía disminuyó, su creatividad estaba intacta.

Con la ayuda de su padre volvió a darle forma a los metales, y en el 2019 elaboró un conjunto de joyas para participar en un concurso de la UNESCO.

Y en este 2020 tenía pensado participar en otras exhibiciones, pero la pandemia no lo permitió hasta que llegó el Festival de Artesanías de América del CIDAP.

Reconocimiento

Anualmente, el CIDAP entrega medallas a los artesanos de Ecuador y América. Pero por la emergencia sanitaria, se limitó a reconocer a quienes viven en el país en una sola categoría: Festival de Artesanías de América.

Para ello, los artesanos debían enviar una obra. Juan Carlos no iba a participar. Si bien era un anhelo hacerse con la medalla, sentía que solo podía quedarse como una idea y un deseo. Aun así, convencido por sus allegados decidió ser parte de la convocatoria.

Tras la deliberación, la tarde del dos de noviembre se conoció que Juan había sido elegido para portar la medalla del CIDAP gracias al trabajo que presentó: un conjunto al que denominó «Raíces».

El orfebre presentó su obra Raíces, en las que se mezcla varios materiales. Andrés Mazza/El Mercurio

En su retorno al taller, Juan tomó los materiales, como el bronce, la plata y la madera, para juntarlos y darles forma.

“Esa mezcla de la naturaleza con la selva de cemento que es la ciudad la he realizado como el concepto de mis trabajos. Aprovecho la forma de los objetos de la naturaleza, como un trozo de madera y luego los uno con otros materiales”, explicó Juan.

Y ese concepto lo plasmó en Raíces, en el que vidrio, el metal y la madera confluyen para tener una forma. Aquello valió para ser reconocido por el CIDAP.

Hasta ayer Juan lució su medalla. Ahora, como dijo, deberá cargar la responsabilidad del reconocimiento que solo puede ser superado con su trabajo diario. (AWM)-(I)