A todo señor, todo honor

Edgar Pesántez Torres

Desde siempre busqué -en vivos o muertos-, a personas por sus cualidades, conocimientos u otras actividades destacadas en la vida que sean modelos a seguir. En mi juventud encontré muchos, comenzando por mis progenitores, luego en mis maestros y en algunos protagonistas de la vida pública. Entre estos últimos al doctor Hugo Ordoñez Espinosa, fallecido a 97 años el 25 del mes pasado.

A temprana edad comencé a leer los periódicos y aprecié las páginas de opinión. Seguí, claro está, a firmas densas y provechosas, entre ellos a ´Diego Pérez´, seudónimo del extinto que hoy tributamos. Hombre de clara inteligencia y honradez acrisolada, atributos que lo emperifollaron a un peldaño de admiración.

En “El Tiempo” fue su editorialista, cuando el periódico contaba con plumas de la calidad de Víctor y Roberto Aguilar, Alberto Andrade A., Manuel M. Muñoz C., Juan Viteri Durand, Saúl T. Mora, Marco Tello Espinosa… Más tarde escribió en “El Universo” con su columna ´Al pie del capulí´, también en las revistas Vistazo y Avance. Se cuenta que fue el acopiador y autor de la famosa columna ´Fresco de piña´ del famoso semanario La Escoba.

De estirpe de pensadores y escritores, su larga vida fue de provecho para Cuenca y la Patria. Un de condiciones parecidas al ilustre doctor Huguito, daba cuenta que su carrera estudiantil no tuvo paralelo, pues de primaria a la superior perdió apenas 3 puntos. ¡¿Habrase visto otro alumno, así de prodigioso?!

Por su trabajo brillante como Decano de Jurisprudencia lo propusieron para terciar al rectorado de la Universidad de Cuenca. Cuando estaba asegurado su triunfo, algunos desleales dieron al traste el resultado que hizo que la Universidad perdiera la oportunidad de contar con un regente de lujo.

Fue el primer Contralor General del Estado, institución que nació con incertidumbre, pero pronto se asentó por la seriedad y capacidad de la autoridad que trabajó sobre la pirámide del derecho, la moral y la diligencia, Con ley en mano mandó a la cárcel a un alcalde de Guayaquil.

Murió un hombre al que el título de la cuartilla le viene bien, porque como dijo don Quijote a Sancho: “Paréceme, Sancho, que no hay refrán que no sea verdadero, porque todas son sacadas de la mesma experiencia, madre de las ciencias todas”. (O)