Propuesta

María Rosa Crespo

Cada ciudad tiene una historia que se ha ido configurando a través de sus gentes, en barrios y esquinas, templos, plazas, cementerios, en los puntos de llegada al igual que de partida. En América Latina fueron albergue de pueblos indios y mestizos, territorio de culturas diversas, en el que hasta hace poco se podía descifrar la huella indígena y europea como también de lo árabe y judío, traídos por la España del siglo XVI y del África negra extendida en el Brasil y el Caribe. Hoy, la modernidad en nombre de progreso y la civilización ha deshumanizado a las ciudades, ya no son espacio para las gentes sino para el asfalto, el automóvil y los grandes edificios. El crecimiento urbano al servicio de la producción, en el trabajo, el consumo; relativizó comportamientos, evaporó gustos y predilecciones y transformó a las ciudades en frágiles concentraciones humanas azotadas por la contaminación, la insalubridad, la violencia, el miedo, la soledad forzada de sus espacios mínimos. Por eso proponemos la construcción de nuevas utopías urbanas, su eje fundamental: los seres humanos, que en condición de ciudadanos plenos exijan sus derechos: salud, vivienda, empleo, tranquilidad, respeto a las tradiciones, preservación de su identidad culturar y, sobre todo, el disfrute de la vida en la ciudad. (O)