Exclusividades de género

Edgar Pesántez Torres

En el artículo inmediato pasado me referí a la Universidad que en breve elegirá a sus autoridades, haciendo hincapié que el ‘alma mater’ tiene que retomar su inspiradora misión y posterior visión de impulsadora del ser humano, mas no un fungible almacén de datos y títulos. Que sea técnica, científica y humanística y forme íntegramente al estudiante; una ‘madre nutricia’ y no un estanco expendedor de títulos inválidos.

Reiteraba: “Para ello requiere de HOMBRES de alta capacidad intelectual con dones científicos y humanistas”. El comentario tuvo conciertos y desavenencias que por cierto siempre abonan en favor del que dice y de lo que se dice. Recojo una de ellas, pues creo indispensable aclarar lo que expuse, jamás apelando a ‘exclusividades de género’.

Una profesional, entusiasta defensora de los derechos femeninos y a la que respaldamos muchas de sus opiniones y acciones, desaprobaba el artículo “Renovación en la Universidad” por el hecho de hacer ´exclusividades de género´, acotando que hoy mismo es una mujer la más opcionada de llegar al Rectorado. Yo agrego que precisamente es una mujer la que se ha destacado en la actual administración.

Por ningún costado la cuartilla tenía tinte machista. Si se hablaba de HOMBRE es porque la palabra es un sustantivo común que identifica a varón y mujer. Es lo mismo cuando escribí sobre los derechos del JOVEN, nombre común válido para cualquier género. Con afán excesivo de inclusividad no podemos romper las reglas lingüísticas diciendo ´joven´ y ´jóvena´. Igual pasa con los adjetivos, aun cuando muchos de estos tienen su propio género: ´ovejuno´ y ´ovejuna´.

Valgo la oportunidad para recabar en el error de las feministas (y femenistos) que defienden a capa y espada la ‘igualdad de género’, arrollando el idioma cervantino en su presuntuosa demanda de igualdades de género y de híbridos. El desdoblamiento de todas las palabras que dicen relación al sexo causa ridiculez y empobrece la lengua.

Soy conservador en lo que aprendí, por eso mantengo el principio de que el género gramatical masculino sirve también de genérico. Un sustantivo masculino con expresión de sexo se interpreta siempre como aquel que involucra a ambos sexos. Una moda fatua es pretender eliminar el genérico, como si así se consiguiera eliminar la discriminación a la mujer. (O)