Genera mucho malestar y preocupación el conocer que la nueva administración de la Prefectura del Azuay pretende revivir a un muerto al cual se le denominó tiempo atrás como “Tasa Solidaria” cuyo supuesto principio era el de asignar recursos a los cantones más necesitados de nuestra provincia por medio de la aportación de dinero proveniente de los propietarios de vehículos particulares.
Preocupa mucho el conocer que estos fondos que supuestamente se canalizarían para efectos de ayuda a determinados cantones sirvieron de cortina perfecta para disfrazar campañas políticas y gastos que definitivamente no debieron realizarse y que distaban mucho del espíritu de la creación de dicho impuesto.
De otro lado, también incomoda el saber que una vez más se pretende meter la mano en los bolsillos de los azuayos y retirarnos dinero del cual no tenemos la menor oportunidad de opinar y en ocasiones ni de conocer los destinos que vayan a recibir esos dólares arrancados de los hogares locales.
Es muy fácil salir a los medios de comunicación e indicar que se pretende generar un impuesto, pero es realmente complejo el tener que explicar al interior de los hogares que como producto de mantener un medio de transporte, debamos suprimir algún gasto que hemos desarrollado en función de nuestras necesidades.
Esperamos que la prefecta del Azuay haya confundido la intención de revivir a ese fantasma que llevaba tras de sí mucho hedor y duda y que elimine por completo cualquier intención que pretenda mancillar la economía escueta post pandémica que nos rodea. (O)
