“Universidades del delito”

Eliécer Cárdenas E.

Recientemente, en el centro penitenciario de Esmeraldas se dio una batalla campal entre los reclusos, que tuvo el saldo de seis muertos y varios heridos. No es la primera vez, ni mucho menos, que ocurre una situación de violencia de estas características en nuestros mal llamados “Centros de Rehabilitación”, una verdadera burla en los términos, cuando las cárceles ecuatorianas, prácticamente sin excepción, se han convertido en centros superiores de la delincuencia, donde ciertos peligrosos antisociales ejercen su vil “magisterio”, se supone que ante la vista y paciencia de autoridades y guías penitenciarios de estos reclusorios, que paradójicamente, en lugar de rehabilitar a nadie recluido allí, se les da más bien la oportunidad de empeorar y volverse criminales empedernidos.

Las cárceles ecuatorianas, penoso es decirlo, se han convertido en “tierra de nadie” o más bien en centros de operaciones de las más peligrosas mafias del narcotráfico y de la “industria” del sicariato, amén de otras formas delincuenciales representadas en las bandas que se enfrentas por controlar, no solo el edificio carcelario, sino que, cabe suponer, al personal que supuestamente vigila estos verdaderos “infiernos en la tierra”, a tal punto que quienes habitan desgraciadamente en las cercanías de estos verdaderos antros, tienen justificado temor de lo que pueda sucederles.

Algún estudio desde el exterior, quizá podría desentrañar el fenómeno ecuatoriano de que los denominados “Centros de Rehabilitación”, son en los hechos lo opuesto de aquellas pomposas palabras, que pretender disfrazar la cruda realidad mediante terminologías sacadas del peor lenguaje burocrático, y la plétora de eufemismos con que se intenta ocultar la dura y triste realidad. Así, los llamados PPLs (personas privadas de libertad) por no llamarlos reclusos o presos como es lo correcto, son a la vez, dentro de las cárceles, víctimas y verdugos de una situación clamorosa, que sin embargo ha conseguido encallecer la conciencia ciudadana, y por lo tanto lo que sucede adentro de los muros carcelarios se lo recibe con indiferencia, a lo sumo como un “ajuste de cuentas”, término que sirve también para explicar los asesinatos sicariales que han proliferado en el Ecuador en los últimos meses, y que saturan la crónica policial de los medios. (O)