Esperanza

Aurelio Maldonado Aguilar

La capacidad de reacción ante conflictos graves y catástrofes de potencias del primer mundo, es fantástica. Llegado el momento, los gobiernos y la potente actividad privada y empresarial, se juntan con reglas diáfanas y luchan por el bien común. Llegamos a tener vacunas para controlar el maléfico virus desde diferentes asociaciones y laboratorios y todos demuestran certeros, que el rango de efectividad es de más del 90 % de inmunidad, logro enorme en pandemia que se controlará sin duda con este porcentaje. Con diferencias en su conservación de frío, traslado y otros aspectos, para lo cual incluso debieron inventarse congeladores especiales, empiezan a ser distribuidas por sus países en primer término y luego nos llegarán también y todo lo que significa infraestructura de trasporte terrestre, aéreo y puntos de vacunación, empieza a funcionar como reloj a pesar de la dificultad por la misma inactividad que el virus marcó el año. Imposible que empresas como Pfizer y otras o de trasporte FedEx o DHL, estén tratando de ganar a rio revuelto y mediante coimas y chanchullos, pues ni las autoridades de gobierno y control encargadas del propósito, ni empresas involucradas en la gran consigna de vacunación, se atreverían a robar con desparpajo como si sucedió en nuestro infeliz Ecuador, donde y valiéndose de lo más sagrado, la vida misma, sobre preciaron fundas de cadáveres en lo más álgido de la pandemia en Guayaquil, robaron medicación imprescindible del IESS para venderlas a través de redes sociales y en perfecta impudicia. Van meses y la trama de corrupción más asquerosa de los Salcedo, Bucaram y los hospitales del IESS, aún continúa investigándose y se acerca la fecha de fenecer la prisión preventiva sin resultados a pesar de lo claro del delito y otros aparentes compinches, gozan de libertad o a lo sumo de cómodo arresto domiciliario, ocupando policías que buena falta hacen para control de otros delincuentes en las calles. Obstrucción y engaño a la justicia amparándose en mil leyes de aparente legalidad y nacionalismo, sinvergüenzas causantes de mil vejámenes al pueblo y congéneres como el emplumado Vargas, logra diferir audiencia por que necesita traductor de su lengua de origen, mientras que, para dirigirse a millones, injuriar, agredir autoridades y pueblo, incendiar y romper Quito en especial, arengó tan claro en castellano, donde insolente si se le entendió que él era el presidente del Ecuador. (O)