Insultos al sentido común

Gerardo Maldionado Zeas

Varias insensateces se escuchan y leen en algunos medios de comunicación respecto a las propuestas de dos candidatos populistas a la presidencia del Ecuador. Por ejemplo, el extraer oro de los celulares viejos, como medida para remediar el problema de la minería propuesta por Arauz, es simplemente una burla a la inteligencia de la gente. Si para obtener un gramo de oro necesitamos cincuenta celulares viejos, no se analiza ni piensa en el costo de esa extracción, la tecnología requerida y el costo de la mano de obra. Además de la mínima contribución que se tendría, para sustituir a la extracción minera a gran escala.

Este mismo candidato habló de cosas imposibles: entregar un bono de 1000 dólares para 1 millón de familias, sacando los fondos de una presumible cuenta que el Ecuador mantiene en un Banco en Suiza, supuestamente “desconocido” por los ahora conductores de la economía ecuatoriana que hoy hacen malabares para conseguir recursos para sostener al país, es otro ofrecimiento demagógico y un insulto al sentido común.

La propuesta aquella de exportar agua, sostenida por Yaku Pérez, es otra barbaridad sin pies ni cabeza. Imagínense barriles de agua en un contenedor de 40 pies, siendo llevados al mundo a un costo fenomenal que no tendría cabida en la decisión de quien consumiría. Haciendo cálculos simples, el vaso con agua terminaría costando 10 euros, tres veces lo que se paga ahora en Arabia Saudita por el líquido vital.

Los candidatos del populismo absurdo, definitivamente no saben qué hacer ni decir para ganar electores. Ellos están conscientes que los números les son esquivos, producto de sus vacías propuestas.

En 1987, el curioso candidato Guillermo Sotomayor de un movimiento llamado Coalición Nacional Republicana hablaba de un proyecto para vender botellas con agua obtenidas de un manantial único, que el futuro de la humanidad estaba en seguir a la luz y no a lámpara, en la conservación de la naranjilla sin químicos. Quedó entre los últimos en las votaciones. La gente 34 años después, tampoco se comerá el cuento. (O)