Bochorno

Catalina Sojos

Y de pronto el orgullo yanqui se fue al suelo; la democracia más segura del planeta huyó del Capitolio acosada por los seguidores del multimillonario Donald Trump. Y, en esta ocasión, no hubo a quién culpar ni perseguir; el único responsable azuzaba desde la Casa Blanca y se contradecía en las redes sociales. El expresidente Bush comparó la situación con aquellas anécdotas indecibles que suceden en la “banana republic” es decir en nuestros paisitos, los cuales mirábamos alelados cómo la turba se trepaba por las paredes y exhibía su torso blanco y semidesnudo con su presunción vikinga poseedora de un primer mundo que se diluía, ante nuestros ojos. Los latinos gringos (más gringos que los gringos) clamaban al cielo y reseñaban los acontecimientos; en este punto nos preguntábamos  cómo hubiese actuado la policía si la multitud no era “blanca”… sin lugar a dudas este acto bochornoso traerá cola y pronto llegarán las sanciones; mientras tanto, en el barco que se hunde, los colaboradores del empresario ofrecían sus renuncias y saltaban hacia otros paisajes, menos violentos. Así, los inicios de este año, nos han deparado el asombro y una vez más la certeza de que vivimos tiempos apocalípticos en el que el crepúsculo de los dioses ha comenzado. El asalto al Capitolio no es una anécdota cualquiera y alerta sobre el caos interno de un país racista, diverso y hasta hace un tiempo, el más poderoso del mundo. (O)