Las campanas tradicionales

María Rosa Crespo

La Baltazara vive atrás de Turi y baja todos los días de madrugada a cortar hierba para las vacas y los cuyes en un solar que tiene junto al río Tarqui. Cuando no me gana la pereza y salgo de la casa antes de las siete me encuentro con ella y nos quedamos conversando; a veces le compro gallinas del campo, porque no hay nada mejor que ese caldo con presas, huevo duro, cebolla verde y perejil picados bien finito. Este último domingo me vino a buscar a eso de las ocho de la mañana con el pretexto de venderme una gallina, la invité a tomar café y se quedó charlando largo, ya para despedirse me dijo: “Oiga, señora María Rosa, dicen por ahí que escribe en el Mercurio, quiero pedirle un favor, pero ponga que es el pedido de una campesina de más allá de Turi… estoy bien triste porque ya no se oye repicar las campanas de Santo Domingo, de San Alfonso, del Carmen y de tantas más, daban también las horas; en este tiempo no es así, el viento trae solo las de la iglesia de la Merced a las cinco y media de la mañana, de repente las de San Roque. Yo digo lo que siento, ahora estoy triste … bien triste y me pregunto cada rato ¿Quién cortaría la lengua a las campanas? (O)