Transmisión inusual

Los planteamientos políticos y gubernamentales han cambiado a lo largo de la historia. En nuestros días el sistema democrático se ha generalizado en el mundo, pero encontramos que hay Estados en los que funciona adecuadamente y otros en que opera defectuosamente. Más allá de los principios, el funcionamiento de una forma de gobierno depende de la manera como se lo maneja y del comportamiento ciudadano con relación al mismo. Si el pueblo elige al primer mandatario, es obvio que haya ganadores y perdedores y aceptar la segunda condición es fundamental. El afán de permanecer en el poder indefinidamente no se compagina con este sistema, pero hay casos en los que pesa más la ambición.
Estados Unidos es un modelo de funcionamiento de la democracia; con este sistema ha llegado a ser la primera potencia del mundo. Contra la monarquía absolutista, tuvo lugar la revolución francesa, uno de cuyos documentos que ha perdurado es la declaración de derechos humanos. Pero esa revolución degeneró en violencia y, políticamente, se retornó a la monarquía con el imperio napoleónico. En esos mismos tiempos, las colonias inglesas de América del norte se independizaron de Inglaterra e iniciaron su vida política con el sistema democrático que ha perdurado hasta nuestros días en forma regular, salvo la guerra civil ocasionada por la abolición de la esclavitud.
Ha habido una sucesión ininterrumpida de presidentes elegidos; ganadores y perdedores han sabido aceptar los resultados y, ante algunas dudas, han concurrido a tribunales y acatar sus decisiones. Mañana se iniciará un nuevo mandato. El perdedor se negó a aceptar los resultados y, con prepotencia, ha hablado de fraude. Rompiendo una vieja tradición no concurrirá a la ceremonia mostrando su mala educación. Ha habido un gran triunfador: la democracia. Se ha impuesto la voluntad popular frente a la ambición de poder. Pese a su gigantesca fortuna, el perdedor no ha podido tergiversar el sistema que triunfó frente al poder del dinero.