Jugando con candela

Alberto Ordóñez Ortiz

En medio del interminable manchón de tiniebla tras el que se oculta la descomposición moral que abruma al país y que, para mal de males se torna más patente y espesa, se escucha un empedrado de voces. Lejanas unas. Cercanas otras. Y como son expresión de la demagogia, su substancia es vacía y sabe a falsía y a nada. Se trata –de quien más sino- de las voces de los presidenciales. En un juego de espejos, buscan encandilar a un pueblo a la vez soñador e ingenuo, porque saben que basta prometerles esperanza para obtener su voto.

Entre el multicolor vocerío, hay dos rabiosamente estridentes que, como parte de su campaña electoral, en una suerte de ida y vuelta, concluyen diciendo a coro: “hay que recuperar el futuro”. Pero, si el futuro aún no llega, y precisamente por esa razón se denomina también por-venir. Entonces, la “lelada” resulta más que monumental. Bueno, que lo expliquen sus autores: Arauz y Correa, sobre todo este último, cínico profanador de Montecristi, experto en la promiscuidad para el lleve y otras vainas.

Ahora bien, -he aquí el meollo del asunto- el hecho de que Correa haya ejercido actividad polìtica, pese a la prohibición de no hacerlo, por cuanto perdió los derechos ciudadanos a consecuencia del caso “Sobornos”, lo sitúa frente al Art. 288 del Código Integral Penal que, a la letra dice: “La persona que incumpla órdenes, prohibiciones específicas o legalmente debidas,… será sancionada con pena privativa de libertad de 1 a 3 años…” Pero el tema no termina alli, porque la coparticipación de Arauz lo convertiría en coautor. Así las cosas, a la Fiscalía le compete la investigación e instauración -que es lo que a todas luces procede- del juicio penal correspondiente. A Correa y Arauz hay que recordarles el viejo y sabio refrán español: “El que tiene rabo de paja que no se acerque a la candela”. (O)