Elixir de vida

Ana Abad R.

El agua es vida, es portadora de vida, sin ella no es posible existencia alguna; el agua es sagrada. Todo lo que toca cambia, limpia, cura y transforma. El agua tiene un efecto tranquilizador y a la vez energizante porque absorbe energía del sol, de la tierra y del movimiento, transformándose en poderosa medicina. En circulación perenne por debajo, por encima, a través de la tierra y del aire, así como en nuestro propio cuerpo, la agüita –como la llamamos en Cuenca – va envolviéndonos con su alegría, su música y su canto; el agua es fiesta, es encuentro, es comunidad. El Espíritu del agua es la pureza, la transparencia, la libertad, necesita movimiento, no es posible contenerla, debe seguir su curso y fluir; agua Maestra, nos enseña a observarla y el fluir natural de la vida. El agua finamente divida en la atmósfera terrestre filtra los rayos del sol para permitir la vida en el planeta; el agua es aroma de vida, el agua es hálito divino, el agua es elixir de vida. Cinco, siete, nueve, trece veces, siempre SÍ al Agua, a los cerros, páramos y montañas, a la selva, a los lagos y cascadas, a las lagunas y a la Madre Mar. ¡CUENCA SÍ! (O)