El riesgo bancario ecuatoriano es Ecuador

Bladimir Proaño

Los bancos ecuatorianos se muestran con buenos indicadores a diferencia de otros sistemas bancarios como el italiano que figuran entre los peores luego de las pruebas de esfuerzo (en capital de primera a tres años de escenario recesivo). Otros como los alemanes flojean, los franceses incumplen su fama y los españoles, en una banda discreta. Su primer problema es su mala gestión, producto del corporativismo, de las incestuosas relaciones con la política, y del nacionalismo proteccionista. El segundo problema es la alta concentración de bonos públicos en sus balances. Tercer y último problema, no deberían repetir la recapitalización pública.

Estos problemas demuestran que las entidades financieras en una economía son muy sensibles a las tormentas de los mercados financieros, indefensas ante la caída de credibilidad de la política económica y la presión política de políticos que tiene bonitos discursos, pero no usan la técnica. En una pastilla, el principal riesgo del sistema financiero ecuatoriano se llama Ecuador.

Una economía sana sin duda conlleva un sistema financiero sano. Y una economía saludable es aquella en la que la política económica tiene que orientarse a objetivos claros como el crecimiento, el empleo y la estabilidad. El prestigio internacional de la política gubernamental no ha conseguido disminuir la prima de riesgo a niveles como para atraer la inversión extranjera, por lo tanto, las propuestas (o demagogias) de varios candidatos de traer bancos extranjeros o inversión productiva no lo van a poder hacer por decreto, por tanto, que no empiecen con engaños.

La evidencia empírica del riesgo país muestra que la variable que más ha influenciado en este indicador es el precio del petróleo. Una de las candidaturas propone acentuar la explotación petrolera, afianzando la economía extractivista. Por lo tanto, ninguno de los candidatos cambiará la desmesurada deuda; y, esperemos que no vulneren la banca, para ello deben defender la dolarización y la eficiencia del sistema financiero. (O)