Luis Chocho Sanmartín: Adiós al maestro convertido en leyenda

“No somos más que breves pasajeros en este mundo caprichoso, maravilloso y, a instantes, terriblemente cruel, a veces las palabras sobran y se desmoronan ante los hechos irreversibles”, dijo Manuel Bravo, presidente de la Federación Ecuatoriana de Atletismo al tiempo de recordar frases de la canción de Alberto Cortez: Cuando un amigo se va.

Es que nadie esperaba la pronta e inesperada partida de un hombre que se dedicó a formar campeones para la vida y que siempre fue fiel a sus convicciones: Luis Chocho Sanmartín, sinónimo mundial de la marcha atlética ecuatoriana. El maestro falleció a los 64 años víctima de la covid-19.

Hace una semana su hijo Andrés, marchista olímpico clasificado a Tokio en 20 y 50 km, informó que su padre recibía oxigenoterapia, su estado de salud era estable. En pleno feriado por Carnaval, en su día de cumpleaños (15 de febrero) su condición empeoró y este 17 de febrero Andrés trasladaba las cenizas de su padre a la Capilla Ardiente que se levantó en el Coliseo Jefferson Pérez.

El campeón olímpico en Atlanta 1996 recordó que, junto a Miriam Ramón, Luisa Nivicela, entre otros, fueron los primeros deportistas en formarse con Luis Chocho. En su memoria pidió que regrese la unidad a la Federación Deportiva del Azuay, entidad a la que sirvió por décadas, y solicitó a las autoridades que el Centro de Entrenamiento para Alto Rendimiento lleve el nombre del Lcdo. Luis Antonio Chocho Sanmartín.

“Maestro, amigo, tu recuerdo permanecerá en nuestros corazones, tus enseñanzas y tus vivencias en nuestra mente, y jamás vamos a olvidar el gran legado que construiste y dejaste para esta nuestra Cuenca del alma y para toda la nación”, indicó Jefferson Pérez tras resaltar que sus hijos Franco (exmarchista) y Andrés fueron privilegiados por tenerle cerca “al técnico enérgico y al padre bondadoso”.

En la actualidad, a pesar de estar jubilado, entrenaba a Claudio Villanueva y estaba convencido que su alumno podía dar una sorpresa en los Juegos Olímpicos de Tokio. Somos “un par de locos y amantes de la marcha que se han juntado para hacer cosas maravillosas”, le dijo Villanueva a su “profe Luchito” después de conseguir la marca olímpica en 50 km el pasado 14 de febrero en Sevilla, España.

Si de algo se enorgullecía Chocho era su aporte formativo en atletas que después llegaron a representar al país en distintos Juegos Olímpicos: Miriam Ramón, Jefferson Pérez, Fausto Quinde, Paola Pérez, Johana Ordóñez, Mauricio Arteaga, Andrés Chocho, Rolando Saquipay, Daniel Pintado. Incluso junto a su hermano Juan Chocho fueron artífices de la medalla de plata que obtuvo Joel Villavicencio en los I Juegos Olimpicos de la Juventud – Singapur 2010.

Miriam Ramón reconoció en Luis a una persona alegre, bromista, que siempre inyectó a sus deportistas la fuerza y valentía para no rendirse. “No tengo muchas palabras para agradecerle, él nos formó a nosotros, nos deja muchos recuerdos: la responsabilidad, la puntualidad, la unidad entre compañeros”, añadió Luisa Nivicela. (BST)-(D)

LA MARCHA ATLÉTICA TIENE SU PROPIO NOMBRE

En los primeros días de febrero, antes del viaje de Claudio Villanueva a Sevilla, Luis Chocho no le perdía rastro a su pupilo en la pista Jefferson Pérez. También estaba pendiente del número de vueltas para que el doctor Marco Chango le tome las pruebas de lactato.

Mientras Villanueva desarrollaba el plan establecido recordó por un instante el sinnúmero de ocasiones que tuvo que darse a “trompones” por las agresiones físicas y verbales que recibían los deportistas en el amanecer de la marcha ecuatoriana. Era la década de los 70. Por los movimientos de cadera que precisa esta disciplina, no faltaban quienes les calificaban de afeminados.

“En verdad tuvimos muchos problemas al inicio. Fue un trabajo psicológico para afrontar la situación adversa. Recuerdo muy claro los insultos, las pifias de la gente, pero con todo eso nos hemos envuelto y hoy Cuenca abraza a sus marchistas, cuenta con medallistas internacionales y con una Escuela que ha formado a 11 atletas olímpicos”, recordó en una entrevista a Diario El Mercurio.

Luis Chocho nació el 15 de febrero de 1957 en Santa Isabel. Estudió en la Escuela Fernando de Aragón. Es el primero de ocho hermanos. A los 11 años migró con su familia a Cuenca y se graduó en el colegio Francisco Febres Cordero. Fue el primer seleccionado del Azuay en la Copa Sudamericana de Marcha que se llevó a cabo en Bucaramanga – Colombia (1983).

Pese a no ser un buen marchista, fue un buen maestro. “Ciertamente no fui bueno y por no ser bueno me vino la motivación de formar a buenos deportistas… Cada atleta tiene su personalidad y de acuerdo a lo que se ha visto, los atletas de alto nivel o que han tenido grandes resultados no han alcanzado a ser grandes entrenadores. Son raros los casos”.

Fue profesor en el colegio Manuel Córdova Galarza y en los años 80 fundó la Escuela de Marcha Luis Chocho Sanmartín que funciona hasta ahora en el parque de La Madre.

Su esposa Cecilia Arévalo fue su mano derecha. Durante la pandemia le ayudó para que sus deportistas a través de la Fundación Oberle reciban medicinas, vitaminas y kit alimenticios.

En 2019 el maestro recibió de parte de la Confederación Sudamericana de Atletismo (Consudatle) la Orden al Mérito del Atletismo Sudamericano-Maestro del Deporte.

EL SER HUMANO DETRÁS DE LA FACETA DE ENTRENADOR

¿Con qué personaje del mundo le gustaría reunirse?
Con el papa Francisco. Me gustó mucho su mensaje de la unidad y familia. Me he hecho eco de la unidad porque en cualquier ámbito es la que da la fuerza para cualquier resultado

¿Cómo se ve de aquí a diez años?
Mi corazón todavía late, todavía tengo una espiritualidad deportiva. Muy pronto me llegará la jubilación, si Dios me da vida, pero no me desvincularé del deporte. De aquí a diez años aspiro seguir formando niños.

¿Qué sueño no pudo cumplir en su niñez o juventud?
Quería estudiar Medicina, pero los recursos de mi familia no alcanzaban. Tenía que estudiar, trabajar y entrenar. Luego me gustó estar apegado al deporte por eso seguí Cultura Física en la Universidad Católica…

¿Si volviera a nacer, cambiaría algo de lo que ha vivido?
Hay niños y jóvenes que han pasado por la Escuela de Marcha y en su adolescencia a veces se han resentido por la rigidez, exigencia y disciplina que hay en el entrenamiento, algunos se han ido medio molestos, pero después de un tiempo nos hemos vuelto a encontrar y me dicen: profe, manténgase como era. Si volvería a nacer no podría cambiar, debería mantenerme como soy, creo que soy una persona sencilla y humilde.

¿Qué cualidad destaca de usted?
Soy amigable, trato de saludar y mostrar una sonrisa a todos.

¿Gusta del cine, libros, música?
Cine, una vez al año… más me gusta leer

¿Qué libros?
El Grano de Oro de Miguel de Cervantes, la Biblia, no soy un orador, pero me ha servido mucho en mi personalidad y para poder actuar ante los demás sin herir a nadie.

¿Qué tipo música prefiere?
La de mi época, Leodan, Sandro, la música nacional, J.J.

¿Un tema especial?
Cinco centavitos de felicidad… soy nacionalista hasta el fondo por eso cuando voy a una competencia y veo un ecuatoriano, así no entrene conmigo, grito y apoyo, eso quiero transmitir a los señores entrenadores cuando viajen con sus atletas. (BST)-(D)


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