No se debe confundir un gran libro con un libro grande; y lo dicho se aplica a la publicación municipal: < 200 Cuenca BICENTENARIO >, cuya presentación tuvo lugar a finales del pasado año, desafiando las medidas de bioseguridad, en la estrechísima aula de la antigua Escuela Central, sita en Gran Colombia y Benigno Malo.
Que el libro es grande ¡no cabe duda!, pero está muy lejos de ser un gran libro; organizado por LA JUNTA CÍVICA DEL BICENTENARIO, cuyo presidente fuera el Cronista Vitalicio de la urbe cuencana, y apadrinado (ignoro si económica-mente también) por los rectores de las cuatro universidades: Estatal, Católica, del Azuay, Politécnica Salesiana.
Grueso de 426 páginas, es un libro más para ser visto que leído, lo que significa que lo mejor de la obra son sus fotografías. Heteróclito en su contenido, sobran algunos colaboradores menores y faltan otros mayores.
A la Ciudad de los Cuatro Ríos (Santa Ana de los Ríos de Cuenca, a tenor del Acta Fundacional) el actual alcalde prefiere llamarla LA CIUDAD DE TODAS LAS ORILLAS; y quiere que la edición conmemorativa, sea el mejor homenaje que el Cabildo pudo haber dado, a la ciudad de las más altas expresiones culturales de la patria ecuatoriana.
Bien por el burgomaestre, que comienza a orientarse mejor en sus funciones específicas, con el criterio asesor de los actuales concejales; se echa de menos, empero, que no se haya concedido preseas – a la usanza tradicional, al meno,- por dos ocasiones consecutivas, en abril y noviembre del 2020, con el tan socorrido argumento de la Pandemia.
Personas que debieron ser condecoradas, por sus méritos, están a la expectativa; la elección presidencial próxima, no debe ser un nuevo pretexto. (O)
