Por el desagüe

José Chalco Salgado josechalcosalgado@gmail.com

El Ecuador en crisis institucional y democrática, y lo que se mira es vergonzoso y retrograda. Hay que despreciar el hipnotismo aprendido del rencor a todo y por todo. Hacia todos. Por ejemplo, la práctica repetida de mirar con desidia a quien piensa distinto o se inclina por otra -legítima- corriente.

Se han impuesto fórmulas y calificativos disvalor que creen -con ellos- resolver todo: es de derecha, es de izquierda, es pelucón, es resentido, es blanco, es indígena, es empresario, es empleado, es de calle, es de casa, es adinerado, es pobre, es banquero, es activista, es formado, es improvisado, es conservador, es revolucionario, es economista, es abogado.

No tiene sentido. El progreso social y la transformación de su tejido, no camina desde la comprensión diminuta o sesgada. La mirada amplia, ruptura de estigmas y apertura hacia nuevos horizontes son los que trascienden a una comprensión diáfana y capaz de emancipar -entonces sí- al territorio de la colonia, pero también al pensamiento colonizado.

La Pandemia debió dejar claro que no hay distancia entre unos y otros y que se hacía urgente una mínima reconciliación social. En la unidad se encuentra el camino, jamás en la confrontación, ésta sirve para los egos, las vanidades, los ladrones, los oportunistas y claro, para los dictadores. El país ya tiene derroteros eso sí comunes que deben ser rechazados: la corrupción, el abuso, la pobreza, la inseguridad, la falta de atención médica y el repetido rencor que nos dejaron.

El país no puede estar sujeto a revanchismos de turno. Democracia no es solo ganar las elecciones, objetarlas o pedir ser triunfador, ante todo es respeto, sí, respeto al otro, a lo diverso, a lo diferente, a quienes tienen voz, pero además a quienes no la tienen. Mandemos por el desagüe a aquellos, pero también a ellos. (O)