René Cardoso quiere señalar los problemas del Pumapungo

Luego de 30 años, y en tiempos difíciles, René vuelve a administrar el museo más grande Cuenca.

A sus 70 años, Cardoso tiene claro adónde tiene que apuntar su administración. Andrés Mazza/ El Mercurio

Usted empezó en el 78 con su trayectoria en este museo que era del Banco Central, ¿cómo asume este reto de volver al Pumapungo y qué diferencias hay entre el hoy y el pasado?

Este es un reto delicioso. Yo creo que esas dos palabras estarán señalando mi trabajo. Voy a tener tiempos difíciles porque se necesita un trabajo intenso, pero lo voy a cumplir con todo el cariño. Van a ser poquitos meses, y soy consciente que simplemente voy a dejar en la medida de lo posible ordenando un sistema de transición para el Gobierno que venga. Hasta allí llego yo. Hay enormes diferencias entre lo que viví y lo que pasa hoy. Yo creo que una de las principales diferencias es cómo se han complicado terriblemente los temas de gestión pública, cómo se han enredado los temas de la administración pública y esto es producto, me parece, de la misma corrupción que tiene este país… Ahora hay que empezar con una lucha enorme para descentralizar, y eso está consciente el ministro Julio Bueno. Vamos a tratar de que antes de que concluya este Gobierno quede resuelto la parte financiera de los museos.

En estos tres meses que le quedan al Gobierno, ¿qué se puede hacer por Pumapungo?   

Dejar señalando en donde están los inmensos problemas que tenemos, y en este caso hay varios problemas. Primero esta arquitectura (infraestructura del museo) ha envejecido prematuramente, y con la arquitectura han envejecido los sistemas administrativos. No es posible que tengamos serios problemas en los espacios que ocupan las colecciones. Uno de los deberes fundamentales de los museos es la custodia de los bienes que están a su cargo. El hecho de que existan filtraciones de agua en la zona delicadísima en donde están las reservas, que deberían ser espacios controlados totalmente con su microclima y su iluminación, con las mejores condiciones, que las reservas estén en sótanos que no fueron hechos para ello, y que el descuido en el mantenimiento en estos espacios ha traído en problemas, que también es una falta de gestión. Se ha dejado pasar muchos años. Hay que dejar señalando y hacer estos cambios. No podemos dejar pasar más. Hay que tener la suficiente entereza, fortaleza y no sumisión para decir que Pumapungo está en un estado de máxima alerta.

El espacio del museo también es otro problema para las piezas. ¿Qué pasa allí?    

Cómo es posible que tengamos 75 000 piezas, que están apretadas, que están como sardinas, que están hacinadas en espacios que ya no pueden ser más. Tiene que extenderse los espacios. Necesitamos más espacios. Y tenemos el viejo edificio (ex colegio Borja) que bien podría ser utilizado para la expansión del espacio técnico del museo. Se necesita mucho dinero para arreglar ese edificio que se está cayendo. No es posible que ese edifico sea bodega de los ministerios de la ciudad, no puede ser que se esté ocupando como bodegas uno de los edificios del Pumapungo, cuando nuestras propias colecciones no pueden expandirse.

¿Qué pasa con los vestigios arqueológicos del parque?

Creo que en ese sentido ha hecho una buena gestión la última administradora, Monserrath Tello. Es una de las cosas que yo aprecio porque se ha hecho un convenio con la EMAC para que le den mantenimiento, y ahora podemos ver lo que salta a la vista que es un parque muy bien mantenido. Pero todavía no tengo la observación profunda y detenida de cómo está el parque arqueológico.

En cuanto la museografía, ¿alguna idea para instaurar en el museo cuando vuelva a recibir a visitantes?

Yo tengo una pena enorme por nuestros niños. Ellos, además de los médicos, son los héroes de la pandemia. Los niños están encerrados, y muchos de ellos no tienen salida para disfrutar del sol. Son niños que están dando ejemplos de resiliencia a los adultos. Entonces lo primero que hice fue reunirme con los técnicos y lo primero que tenemos que hacer es abrir el parque arqueológico, porque siendo un espacio libre, con aire renovador, existe menos peligro de contagio, siempre y cuando cumplamos con el aforo correspondiente, y con los controles. Quiero que los primeros en visitar y abrir simbólicamente el parque sean los niños que se encuentran en situación de vulnerabilidad. Por allí está la primera propuesta, mientras tanto hasta el 28 de febrero, la disposición del COE nacional es mantener en teletrabajo. Esperamos que nos permitan abrir paulatinamente. (AWM)-(I)