Demos en el blanco

CON SABOR A MORALEJA Bridget Gibbs Andrade

Basta leer la rampante e inverosímil carrera de Alex Saab, el empresario colombiano detenido en Cabo Verde en junio del 2020 señalado por EE.UU. como el testaferro de Maduro, para entender lo que es el socialismo del siglo XXI. Dueño de cuentas millonarias en paraísos fiscales, es el personaje a quien más ha defendido Maduro. Involuntariamente, el socialismo se delató. Mostró su única ideología: el amor al dinero.

Detenido en respuesta a una alerta de Interpol, persiste la pugna por una posible extradición que solicita EE.UU. y que ya fue aprobada por un tribunal del archipiélago africano, o lo que exige Venezuela: su liberación. El esfuerzo para impedir su extradición ha sido oneroso. Entre intentos diplomáticos, amenazas, campañas en redes sociales y la contratación para su defensa legal al exjuez Baltasar Garzón, esta trama sólo trata de montar un espectáculo para proteger a un delincuente de la talla de nuestro expresidente, hoy prófugo de la justicia.

Mientras, en las empresas de Saab en Venezuela los trabajadores son amenazados con despidos masivos si no participan en marchas de apoyo a su patrón. Un símil de lo que ocurría aquí en el correato. La relación entre Saab y el socialismo del siglo XXI nació y se ha alimentado a partir del dinero. Para él, la revolución es un negocio redondo. Consigue su primer acuerdo comercial cuando Chávez vivía: 600 millones de dólares para la supuesta construcción de unas viviendas prefabricadas. Tal cual sucedió aquí con la refinería del Pacífico. Con Maduro en el poder, empieza a tener más protagonismo y participación en el gobierno venezolano, convirtiéndose en el cerebro financiero de Nicolás. A Saab sólo le importa la miseria en la que viven los venezolanos, si con ella puede hacer un buen negocio.

Si algo queda muy claro es la naturaleza embustera del socialismo y el descarado cinismo con el que han saqueado a Venezuela y Ecuador. Hay quienes insisten en analizar y confrontar este menoscabo como un problema ideológico, cuando sólo fomentan la narrativa de esta indignante falacia. La lucha entre la derecha y la izquierda no es el tema. El tema es la apabullante corrupción y degradación moral de la sociedad. Nuestra mira debe estar enfocada en derrocarla el 11 de abril próximo. Demos en el blanco. No podemos darnos el lujo de fallar. (O)