El poder

Hernán Abad Rodas

A veces el poder se convierte en un mal que restringe la libertad del hombre y vulnera sus derechos; en otras palabras, si bien, por su naturaleza el poder debería servir a la sociedad y alcanzar beneficiosas metas, ocurre que por motivos psicológicos propios de la persona que ejerce la autoridad, el poder se convierte frecuentemente en un mal.

El hombre por diversos motivos no siempre es bueno, y las circunstancias lo privan a menudo de su pureza espiritual; esta situación hace a veces que el poder sacrifique a muchos seres humanos, para asegurar el bienestar del pequeño grupo que lo ejerce, siendo éste un mal endémico en nuestro país.

Aunque el abuso del poder, parezca primariamente un problema concerniente a las personas que tienen autoridad, el papel que desempeñan las masas sometidas al poder, es enormemente importante para crear un clima en el que es posible el abuso de autoridad.

Muchos intelectuales, analistas, politólogos incluso ciudadanos comunes, piensan que el poder en sus diferentes facetas: económica, empresarial, comunicacional, político, militar. etc, es una droga que pervierte a los seres humanos hasta llegar a degradar sus principios, convicciones y valores. Con razón dicen que el “poder” corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente”. Sin embargo, considero que el poder es un elemento abstracto, inocuo, vacío y estático; un simple instrumento que no es inherentemente perverso, sino que la naturaleza de quien la ejerce le da forma y sentido, tanto para la realización de acciones éticas como inhumanas.

Por ende, el poder sólo tiene sentido y se convierte en virtud cuando está al servicio de los demás, pero no cuando es ejercido para beneficio personal o del grupo que lo ostenta, para humillar a los débiles, auto engrandecerse o perpetuar injusticias.

Más de una década vivimos bajo la dictadura del régimen más corrupto que haya tenido el Ecuador desde que se constituyó como república. La corrupción que ya existía antes, llegó con esa dictadura del inmundo correísmo a su máximo esplendor, tanto que, terminó por ser endiosada y aceptada de forma transversal por la sociedad ecuatoriana.

Fuimos gobernados por una mafia que usó la violencia como forma de imponer su voluntad, de doblegar la ley y de silenciar a cobardes y mediocres por igual, y quiere volver.

“Consigue poner de tu lado a todos los idiotas y ganarás cualquier elección”

(Frank Dane). (O)