La mayor erupción volcánica de Suramérica llegó a Canadá, Rusia y Alemania

La mayor erupción volcánica de la historia de Suramérica se dio en febrero de 1600, superó a la del Vesubio y tuvo como protagonista al volcán Huaynaputina, enclavado en los Andes del sur de Perú, que lanzó cenizas que llegaron hasta Canadá e incluso afectaron al clima y la agricultura de Rusia y Alemania.

La explosión de este volcán, ubicado a unos 4.850 metros sobre el nivel del mar y aún en actividad en la región sureña de Moquegua, superó los 30 kilómetros de altura y expulsó unos 14 kilómetros cúbicos de material volcánico que, según el Instituto Geofísico del Perú (IGP), sepultó al menos diez pueblos cercanos y causó la muerte de unas 1.500 personas.

«El año 1600 ha quedado registrado para América del Sur por haber sido testigo de una de las explosiones volcánicas más importantes del mundo, quizás el más grande proceso eruptivo de un volcán, al menos de Suramérica», destacó a Efe el presidente ejecutivo del IGP, Hernando Tavera.

IMPACTO LOCAL Y MUNDIAL

El Huaynaputina, cuyo nombre en quechua significa «joven volcán», erupcionó el 19 de febrero de 1600, y afectó directamente a las regiones peruanas de Moquegua, Arequipa y Tacna, así como a otras zonas del país y parte del territorio actual de Chile y Bolivia.

Los flujos piroclásticos y las cenizas sepultaron los poblados cercanos y también contaminaron el importante río Tambo, mientras que ciudades grandes como Arequipa y Moquegua fueron cubiertas por un manto de ceniza y humo.

Este fenómeno se mantuvo, al menos, por 30 días y las crónicas de la época señalan que Arequipa «estuvo a oscuras y no pudieron ver el sol ni las estrellas, no podían distinguir entre el día y la noche», comentó Tavera.

A nivel mundial, las evidencias más claras de su impacto se han encontrado en los bosques de Canadá, pero también hay crónicas que describen que las hambrunas que se produjeron en Rusia entre 1601 y 1603 «habrían tenido relación, porque las temperaturas a nivel global disminuyeron hasta dos a tres grados en algunas zonas».

En ese sentido, se considera que provocó el descenso de temperaturas en el Hemisferio Norte y la hambruna en Rusia, al alterar la atmósfera con el material piroclástico expulsado, además de disminuir la producción agrícola en Alemania.

ESTALLIDO SUPERIOR AL DEL VESUBIO

Tavera explicó que «si las erupciones volcánicas son medidas con una escala de 0 a 8, la explosión del Huaynaputina tuvo una escala del número de 6» y la fumarola que emitió en el momento crítico le permitió alcanzar «la zona de la atmósfera alta».

Esto propició que el material volcánico, compuesto básicamente por cenizas, permanezca durante más de un año «dando la vuelta al mundo sin ningún problema».

El estallido dejó un gran cráter en una meseta a 4.200 metros sobre el nivel del mar y fue superior al del famoso volcán Vesubio, que en el año 79 antes de Cristo alcanzó una escala de 5 y destruyó ciudades romanas como Pompeya y Herculano.

Similar al del también famoso Krakatoa, tuvo tal repercusión que cuatro siglos después se ha descubierto residuos piroclásticos en árboles en Canadá que, de acuerdo a las investigaciones, proceden de la explosión en los lejanos Andes de Suramérica.

«Cuando han talado árboles han encontrado que en algunos anillos se encuentra ceniza volcánica que, después de la datación, corresponden a este volcán», acotó Tavera.

EL VOLCÁN EN LA ACTUALIDAD

«Creo que para nosotros haber recogido la mayor cantidad de información histórica nos permite tener una clara idea de cuál podría ser el escenario de volcanes que puedan ser similares», acotó Tavera al referirse a la importancia de las investigaciones sobre la gran erupción de hace más de cuatro siglos.

El IGP, un organismo creado hace casi cien años, estudia en la actualidad «el comportamiento dinámico» del Huaynaputina mediante un monitoreo y vigilancia en tiempo real a cargo del Centro Vulcanológico Nacional (CENVUL), instalado en Arequipa.

El volcán «está en plena actividad y con mayor presencia desde el 2016 registrando por lo menos un sismo al día», detalló el organismo, mientras que Tavera añadió que ahora se puede «hacer un pronóstico bastante certero de un proceso eruptivo», lo que permitiría «evacuar a la población y no tener tanto mortandad cuando se presentan estos peligros».

ESTUDIOS VULCANOLÓGICOS

El IGP, un organismo muy reconocido en Perú por su seguimiento de los terremotos en un país altamente sísmico, comenzó a estudiar la actividad volcánica a partir de una explosión del volcán Sabancaya, en la región sureña de Arequipa, a fines de los años 80.

En 2016, tras otras erupciones del Sabancaya, inició la construcción de un observatorio vulcanológico y en 2019 creó el CENVUL, desde donde vigila al Huaynaputina y otros doce volcanes activos en el país, entre los que está el famoso Misti, el hermoso volcán tutelar de la ciudad de Arequipa, una de las más importantes de Perú, con más de 1,3 millones de habitantes en la actualidad.

Tavera resaltó que el trabajo científico ya ha permitido alertar de erupciones inminentes, como la que tuvo en 2019 el volcán Ubinas, ubicado también en Moquegua y el más activo de Perú, que se pudo anticipar en diez días y permitió poner a buen recaudo a los habitantes de los pueblos cercanos.

Aunque esa explosión alcanzó una escala de 2 a 3, considerada por los expertos «bastante pequeña», las cenizas llegaron a cinco kilómetros de altura y fueron llevadas por el viento hasta Bolivia.

Actualmente, el IGP mantiene un intenso trabajo científico, que además de dedicarse a las «ciencias de la tierra», mediante el estudio de los suelos, los sismos y los volcanes, también le permite hacer trabajos sobre los océanos, los deslizamientos, las crecidas de ríos, la alta atmósfera y la astronomía. EFE