Ministro de Sanidad, empleo con riesgo de despido inminente en Latinoamérica

Los ministros de Salud Pilar Mazzetti, de Perú; Ginés González García, de Argentina; Juan Carlos Zevallos, de Ecuador, y Plutarco Arias, de República Dominicana.

La profesión de ministro de Sanidad en Latinoamérica es una de las más inestables de todos los Gobiernos desde la aparición de la covid-19 hace ya más de un año. Perú, Ecuador, Bolivia y República Dominicana han cambiado de titular de la cartera de Salud al menos tres veces en los últimos de doce meses.

Sin ir más lejos, esta última semana, los ministros de Sanidad de Ecuador y de República Dominicana, Juan Carlos Zevallos y Plutarco Arias, respectivamente, fueron despedidos de sus puestos de responsabilidad al frente de la lucha contra la pandemia.

Desde el primer caso del coronavirus en Latinoamérica, el 26 de febrero de 2020, más de 20 ministros han dejado la cartera de Salud, que se ha convertido en un cargo volátil pero estratégico en los Gobiernos por su gran capacidad de gasto y, por tanto, por su gran poder político.

Los despidos han estado sujetos a muchas razones dependiendo del país y de la evolución de la pandemia. Desde divergencias políticas hasta fallos estratégicos, desde la presunta corrupción a la desigual distribución de las vacunas, el titular de Sanidad siempre tiene la puerta abierta para abandonar el Gobierno.

DESPEDIDO POR «VACUNAGATE»

El mal reparto de las vacunas ha sido quizá la razón más determinante para el despido sin contemplaciones. Así ha sucedido en dos países suramericanos, Argentina y Perú, donde una vacunación con privilegios ha tumbado la carrera de sus responsables sanitarios.

En Argentina, el caso salió a la luz hace menos de dos semanas cuando el periodista Horacio Verbitsky, de 79 años, desveló que se vacunó sin esperar su turno porque se lo pidió a su “viejo amigo” Ginés González García.

Este amigo era el ministro de Salud, que tuvo que renunciar y que fue imputado por delitos de abuso de autoridad, incumplimiento de los deberes de funcionario público y malversación de caudales públicos.

Una semana antes, Perú se despertó con el denominado “vacunagate”, una trama que permitió que 487 personas -políticos, funcionarios y hasta el expresidente Martín Vizcarra – recibieran vacunas antes que el personal al que estaban destinadas.

La ahora exministra Pilar Mazzetti, que había afirmado que sería “la última” en ser vacunada, tuvo que presentar su renuncia para frenar la tormenta política generada por el escándalo de la vacunas VIP.

Si bien es cierto que la inestabilidad gubernamental en el país ha provocado cambios de gabinete y de presidentes en 2020, el nuevo ministro, Óscar Ugarte, que sustituye a Mazzetti, se ha convertido ya  en el quinto titular de Salud en Perú desde la llegada de la pandemia.

El caso del ministro ecuatoriano de Salud, Juan Carlos Zevallos, quizá no fue tan mediático, pero tuvo que dimitir del cargo el viernes pasado, en medio de investigaciones por el envío de dosis de vacunas al geriátrico donde estaba su madre.

PODER DE COMPRA

La compra de materiales para combatir la covid-19 también ha sido un factor de riesgo para mantenerse en el sillón del ministerio de Salud. El caso más reciente lo encontramos en República Dominicana, que va ya por su tercer ministro.

Este lunes, el presidente Luis Abinader designó al doctor Daniel Rivera como ministro de Salud Pública, en sustitución de Plutarco Arias, destituido del cargo el pasado viernes.

La salida de Arias del Ministerio se produjo cinco días después de desatarse una polémica por una licitación por comprar las jeringuillas destinadas al plan de vacunación contra el coronavirus, que fue  cancelada después de que un reportaje denunciara una gran sobrevaluación -según el denunciante un 600 % – en el precios de compra.

Arias denunció que fue blanco de “extorsiones y chantajes” por parte de “diversos sectores interesados en repartirse el presupuesto del Ministerio de Salud”, pero sin especificar responsables.

En Bolivia, en 2020,  durante al anterior Gobierno de Jeanine Áñez, las denuncias de irregularidades en la compra de respiradores artificiales para pacientes con coronavirus provocaron la renuncia del ministro Marcelo Navajas,  acusado de pagar un sobreprecio del 300 % a una empresa española.

En el país andino no están de suerte. El titular de Salud del nuevo Gobierno de Luis Arce,  Édgar Pozo, abandonó su puesto en enero de 2021 después de dar positivo por coronavirus. Le sustituyó Jeyson Auza.

FALTA DE SINTONÍA O DE RESULTADOS

En la lucha contra el coronavirus, los Gobiernos no han tenido una respuesta uniforme. En Brasil, el presidente Jair Bolsonaro se ha destacado por defender una postura descreída frente a la covid-19 que no ha evitado que el gigante suramericano haya registrado, a día de hoy, más de 250.000 fallecidos por la pandemia.

Esa actitud supuso primero la dimisión del ministro Luiz Henrique Mandetta, enfrentado con Bolsonaro por la defensa de las cuarentenas, y 28 días después, la renuncia de Nelson Teich. Desde entonces, mayo de 2020, el ‘Ministério da Saúde’  está controlado por el general Eduardo Pazuello, que  cuenta con un grupo de militares en su entorno sin experiencia en salud pública.

Si bien la sintonía es importante, los resultados, sobre todo al principio de la pandemia, son determinantes a la hora de mantener el puesto. Así, en los últimos meses, han caído los ministros del ramo en Chile, Guatemala, El Salvador, Bahamas. Nicaragua o Panamá, en muchos casos, como escudos para frenar el descontento social ante el aumento de los contagios y fallecimientos.

También, sin embargo, hay historias de éxito. Por ejemplo, la del Ministro de Salud Pública de Uruguay con Daniel Salinas, que ocupó la cartera en el Gobierno de Luis Lacalle Pou el 1 de marzo de 2020, once días antes de que la OMS caracterizara a la covid-19 como una pandemia.

Desde entonces y según las encuestas, es uno de los miembros del gabinete mejor valorados por los uruguayos. Pese al retraso en la llegada de las vacunas, el país presenta los menores números de contagios y muertes por la plaga del coronavirus. EFE