Educación y excelencia    

 Eduardo Sánchez Sánchez

OPINIÓN | Según la UNICEF, la Educación para el Desarrollo es definida como un proceso que fomenta el desarrollo, en niños, niñas y jóvenes, de actitudes y valores tales como la solidaridad a nivel mundial, la paz, la tolerancia, la justicia social y la conciencia respecto a cuestiones ambientales y que dota a esos grupos de los conocimientos y aptitudes que les permitan promover esos valores y generar cambios en sus propias vidas y en las de su comunidad.

 Es imperativo generar una Educación en valores, cuál es el sentido de formar tecnócratas si ellos son ciegos frente a las realidades socio ambientales. Sí no está presente una formación profunda y sencilla, humana y de servicio; con insistencia en que tienen derechos, obligaciones y responsabilidades.

Los estudiantes deben recibir una Educación global, sin perder nuestra identidad y valores culturales. Nada es más importante que el calor de seres humanos y los más sencillos actos que nos permiten compartir y coexistir en un mundo cuyo paso es efímero. El informe del programa internacional para la evaluación, denominado PISA por sus siglas en inglés “Programme for International Student Assessment”, mide el rendimiento académico en matemáticas, ciencias y lectura. ¿Cuál es nuestra realidad, más aún hoy que usamos educación telemática por la pandemia?

Una sociedad sin educación es el tercer mundo, con una población esclavizada por el hambre, la involución en el más amplio sentido, la inseguridad, las inequidades, las políticas intoxicantes de falacias y engaños y la incertidumbre en el futuro, con niños famélicos y desnutridos, víctimas de un futuro sin futuro; mientras la corrupción flamea en vez de la bandera nacional.  Una educación sin excelencia, solo gesta seres competitivos en contenidos y procesos de aprendizaje, sin prepararlos en desarrollo global. (O)