Las bibliotecas de Cuenca se adaptaron en la pandemia para motivar la lectura

Estudiantes de la parroquia Cumbe, sur de Cuenca, acuden a la Biblioteca Municipal para recibir clases. Cortesía

Hace un año, cuando inició el confinamiento, las actividades de las bibliotecas municipales y de la Casa de la Cultura se volcaron en apoyar la escolaridad de los niños y fortalecer la lectura, acciones que ahora se fortalecen.

La Biblioteca Municipal de Cumbre se activó para apoyar a la niñez de su parroquia en un contexto de pandemia. 
Patricia Morocho, la bibliotecaria, recorrió las zonas apartadas del centro parroquial para entregar las fichas de trabajo y libros para que los niños lean e interactúen con ella con resúmenes, análsis o dibujos.

Una vez que regresó a las actividades presenciales y que las puertas de la biblioteca se abrieron, puso a disposición las computadoras para quienes no cuentan con internet ni equipos tecnológicos para acceder a sus clases.


Agregó que el trabajo de animación a la lectura continúa, que reciben a los niños con aforo reducido y se incluye a los padres en las actividades lúdicas.
 Morocho recalca la importancia de la lectura en los niños como una forma de incentivarlos y no hacerles perder ese interés por leer.

BiblioAzuay


Cuando la Casa de la Cultura ganó el proyecto “BiblioAzuay” buscaba acercar los servicios bibliotecario a todos los cantones de la provincia donde no existe presencia física.
Trabajaban de la mano de las instituciones educativas quienes recibían los libros y los distribuían en las zonas rurales, pero la pandemia les obligó a cambiar la estrategia.

David Larriva, coordinador del Departamento Editorial, comentó que junto al Departamento de Fomento y Proyectos desarrollan actividades para cerrar las brechas de desigualdad de acceso al libro y la lectura de niños y adolescentes.


En la pandemia trabajaron con promoción lectora y junto al Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES), coordinaron el uso de una fugoneta que fue adaptada como biblioteca móvil y que recorrió algunas zonas.

Junto con el mediador de lectura, Xavier Calle, realizaron la producción de material de mediación lectora a través de video e infografías, se mantuvo un club de lectura de formación de públicos infantiles y trabajaron con gestores culturales golpeados por la pandemia.

Para Larriva, estas y otras acciones tuvieron una acogida favorable e incluso la solicitud de donación de libros se elevó, “la pandemia hizo que los públicos tengan más disfrute de la literatura dentro de casa”.

Ahora espera un segundo desembolso, de los 20.000 dólares que ganaron, para la compra de 1.100 libros infantiles a los que se puede accerder con un registro previo, recibirlos en casa y devolerlos en 15 días.


Mientras tanto, generan formación de públicos, espacios de mediación, de activación lectora y de comunicación de cómo va a funcionar este proyecto.


Estas acciones, la experiencia aplicada con el proyecto, fue compartida el miércoles en la charla “La extensión Bibliotecaria en situaciones de crisis”, en el marco del Año Iberoamericano de las Bibliotecas. (CMR)-(I)