Los pilas

Mario Jaramillo Paredes

El Ecuador debe ser el país con mayor número de “pilas” y “avivados” por kilómetro cuadrado en el mundo.  Abundan y están convencidos y convencen a muchos, de que son triunfadores. Son fachendosos y se burlan de los zanahorias que respetan las normas. Son una plaga. Y, lo peor: son una versión socialmente aceptada de la corrupción.

Durante la semana pasada fue noticia destacada la historia de dos jóvenes estudiantes de medicina que se hicieron pasar por médicos para recibir la vacuna contra el COVID-19. La trampa fue auspiciada por otro médico, padre del joven estudiante. Las cosas desde luego les salieron muy mal. El padre fue cancelado, los estudiantes están siendo juzgados por su universidad y las redes sociales les dieron el tiro de gracia. Luego vinieron un chef y los socios de dos conocidos clubes sociales. Es lo que se conoce hasta ahora.

Son un claro ejemplo de los “pilas” que pululan por nuestro país y que algunos aplauden como un ejemplo de viveza, cuando en realidad se trata de una forma de corrupción. El problema es más grave cuando esos pilas ocupan cargos públicos y se convierten en los cientos de corruptos como los que han saqueado el país.

Pilas son los que diariamente se pasan el semáforo en rojo, porque es de tontos y lerdos esperar. Los que se adelantan a los otros carros que esperan pacientemente la fila. Los y las que en el banco o en las colas del supermercado se meten en la fila destinada a discapacitados o a personas de la tercera edad y cuando se les cae en cuenta ponen cara de lelos y / o lelas, como diciendo que no se dieron cuenta de que se equivocaron de fila.

Abundan en todas partes. Y lo peor de todo:  pasan, no como autores de una forma de corrupción, sino de vivos y sapos, que es una categoría socialmente aceptada y hasta aplaudida. (O)