Mikela Molina fue una de las deportistas ecuatorianas más destacadas en el Campeonato Panamericano de MTB, que se desarrolló en Salinas-Puerto Rico.
A pesar de no contar con la ayuda necesaria, la cuencana entró en el top ten en varias pruebas: medalla de bronce en la modalidad Eliminator; cuarta en el Short Track (Circuito Corto); y octava en el Tropical MTB Challenge, Grado C1, cita que también se desarrolló en dicho municipio puertorriqueño. Todo en élite damas.
La ciclista, incluso, tuvo que dejar su trabajo de psicóloga clínica en la Unidad Educativa Pasos para dedicarse 100% a sus entrenamientos, a la espera de que revisen su beca. A continuación, su historia de vida:
La carrera
En Puerto Rico competí en todas las pruebas posibles, a diferencia de otras ciclistas que corrían solamente una prueba, con el propósito de sumar puntos UCI (Unión Ciclista Internacional).
Sabía a lo que iba, razón por la cual me preparé muy fuerte. Al final cumplimos nuestro objetivo: en dos carreras subí casi 97 puestos en el ranking mundial ganando 130 puntos UCI.
En este sentido hago un pedido a la Secretaría del Deporte para que considere mi recalificación en las becas, ya que actualmente estoy de manos atadas. Si estas participaciones se mantuvieran durante todo el año y a lo largo de un ciclo olímpico, Ecuador estaría indiscutiblemente en unos Juegos Olímpicos.
Un deporte caro
A finales de 2019 bajé de categoría de becas a Apoyo eventos, lo que significa que no tengo apoyo económico. Antes percibía dos sueldos básicos, monto que me ayudaba de alguna manera, pues el ciclismo de montaña es un deporte súper caro.
Solo para que tengan una idea para este viaje tuve que invertir en llantas; hidratación; suplementación; controles médicos; movilización a los entrenamientos…
Por ejemplo, una prueba de esfuerzo cuesta alrededor de 120 dólares; las proteínas e hidratantes, que se acaban en un mes, entre 50 a 75 dólares; todo va sumando, por lo que a veces tenía que privarme de las proteínas para comprar hidratante o tratar de compensarlo con la comida.
Antes trabajaba como psicóloga clínica en la Unidad Educativa Pasos para solventar mis gastos. Prestaba mis servicios de 07:00 a 15:00, y desde las 15:00, hasta las 21:00, a veces entrenaba.
Así pasé cerca de un año. Me logré mantener, sin embargo, mi rendimiento se vio afectado, pues a final de la jornada terminaba bastante agotada.
Para participar en el Panamericano tomé la decisión de entrenar a tiempo completo gracias a mis auspiciantes como son: Plásticos Rival, Tecnocyclo-Orbea y Esbi. Pienso que fue una decisión acertada, pues dio buenos resultados.
Objetivos
En este año todavía hay la posibilidad de clasificar a los Juegos Olímpicos de Tokio. Nos encontramos a la espera de un pronunciamiento oficial de la UCI.
Sino se consigue el objetivo, creo que podré llegar a los siguientes Juegos Olímpicos con una buena preparación, asegurando un cupo en el ranking de naciones, inclusive.
Lo bueno del ciclismo es que se trata de un deporte longevo, es decir, existen ciclistas olímpicas cinco a seis años mayores a mí (actualmente tiene 28 años) que atraviesan su mejor momento. Es así que tengo la oportunidad de participar en otro ciclo olímpico. No quiero quedarme con las ganas de participar en unos Juegos Olímpicos.
En la parte académica me gustaría seguir una maestría relacionada con el deporte.
Sus inicios
Inicié a entrenar ciclismo de montaña desde los 12 años. Empecé a competir internacionalmente desde la categoría júnior, en donde obtuve mi primera medalla panamericana.
De ahí en adelante me he mantenido en el deporte, alcanzando también medallas panamericanas en sub 23 y élite.
A lo largo de estos años puedo concluir que la bicicleta significa todo en mi vida, pues me ha abierto muchas puertas en la parte académica, social, deportiva, pues representar a mi país en competencias internacionales o subir al podio con mi bandera es una sensación única e inexplicable.
Relación: padre-hija, entrenador-deportista
Hoy en día conformamos un equipo junto a mi papá (Vicente Molina, entrenador nacional). Él siempre me está apoyando como a todos los integrantes del equipo.
Es muy serio estricto y metodológico en los entrenamientos. Le gusta que las cosas se hagan bien y a tiempo, y en realidad eso me brinda mucha confianza porque sé que estoy con una persona muy capaz.
En una ocasión estuve a punto de botar la toalla por esa falta de apoyo, pero siempre está para respaldarme en los momentos precisos.
Mi vida siempre ha girado alrededor del deporte. Para mí es algo normal estar rodeado de bicicletas…
Me gusta mucho este deporte porque mi mami y mis hermanas: la mayor Cristina, que fue ciclista hasta sub 23, y la menor Ana Franci, quien es estudiante de Medicina y me ayuda con el abasto, me acompañan a las competencias; es más, en el Panamericano estuvieron pendientes de la carrera que se transmitió en vivo, enviándome las mejores energías a la distancia. El apoyo de mi familia siempre ha sido incondicional.
El poco tiempo libre que tengo me gusta pasar como mi enamorado y mis primos.
Su primera bicicleta y el primer logro deportivo
Recuerdo que mi primera bicicleta fue una BMX porque era bien chiquita y no daba en las bicis de montaña (sonríe), por lo que tuvimos que adaptarla.
Mi primer logro internacional fue cuando quedé campeona latinoamericana de ciclismo de montaña en Cuenca.
El campeonato panamericano también es especial porque obtuve el título con una bicicleta pesada y aros prestados. (D)
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