Arauz o Lasso

Análisis político Marco Salamea Córdova

El 11 de abril el pueblo ecuatoriano democráticamente elegirá un nuevo Presidente de la República. Una elección, empero, que corre el riesgo de ser hecha sin un adecuada información y reflexión sobre la propuesta de cada candidato; pues la campaña electoral se ha orientado más a la búsqueda del voto emocional antes que racional.

Es por esto que se ha buscado  una presencia más activa de los finalistas en Tik Tok; y,  se ha privilegiado sembrar la conciencia colectiva de miedos ( usando, por ejemplo, viejas cantaletas como el feriado bancario o el tema de Venezuela), resentimientos, fanatismos y odios; una siembra que se ha hecho a través de una estrategia propagandística plasmada de informaciones falsas, insultos, burlas, denigración del adversario y campañas sucias; aprovechando para esto el  poco  conocimiento que en materia política y económica tiene la mayoría de la población.

Aún más para exacerbar la emocionalidad del electorado los candidatos han terminado ofreciendo de todo; aunque, obviamente, no se hablado del ajuste económico o del “paquetazo” con el que posiblemente inaugurarán su mandato.

Sin embargo, tras todo eso es necesario hacer visibles algunas de las propuestas centrales de los dos candidatos, por ejemplo, en materia económica, única forma de optar por un voto razonado o consciente.

En el caso de Lasso, sus posturas a favor del libre mercado, de las privatizaciones de las empresas públicas, de la eliminación de subsidios, de una mayor flexibilización laboral, de los acuerdos de libre comercio, de la eliminación o reducción de impuestos a favor de grupos empresariales, etc. lo ubicarían dentro de una  política económica que conceptualmente es el neoliberalismo; una política aplicada en Ecuador  desde los años 80 hasta inicios del siglo XXI, y que ideológicamente se denominaría “derecha”.

En el caso de Arauz, sus posiciones a favor de un mercado con regulación estatal, de la no privatización de las empresas públicas, del mantenimiento de subsidios, de la no flexibilización laboral, del aumento de la capacidad adquisitiva, de mantener o aumentar ciertos impuestos etc. lo ubicarían dentro de una política económica neo keynesiana, y que ideológicamente se denominaría “centro”, no “centroizquierda” o peor “izquierda”. (O)