Los ecuatorianos acudirán a las urnas entre la apatía y la desconfianza

Varias personas hacen fila en las puertas del Registro Civil para tramitar su cédula de cara a las elecciones a realizarse el próximo domingo 11 de abril, hoy, en Quito (Ecuador). EFE

Los candidatos presidenciales Andrés Arauz y Guillermo Lasso, en su penúltima jornada de campaña de cara al balotaje, deberán lidiar el domingo con la indiferencia, la desconfianza y el hartazgo de unos votantes a quienes sólo les preocupa la salud, el trabajo y la educación.

Ecuador acude a las urnas en segunda vuelta de los comicios del 7 de febrero para elegir al sucesor del Lenín Moreno, que dejará el poder el 24 de mayo tras una única legislatura, y lo hace en unas difíciles circunstancias marcadas por las crecientes restricciones de la covid-19.

Restricciones como el toque de queda desde las 20.00 horas que serán aliviadas durante el fin de semana, aunque las autoridades han extremado precauciones.

LA POBLACIÓN INDIFERENTE

Un escenario que supera a buena parte de la población, que si no fuera por la multa que arrastra el absentismo confiesa que ni llegaría a la urna.

«Yo por los 40 dólares, de otra ni voy. ¡Ni voy!», insistía a Efe un espontáneo conductor de Uber que hace varios meses perdió su trabajo como piloto de una aerolínea local en una de las provincias costeras del país.

Como él, miles de ecuatorianos que han visto cómo sus condiciones de vida se han desplomado a raíz de la pandemia, y que desde hace ya más de una década arrastran una desconfianza crónica hacia lo político. La corrupción ha podido con ellos.

«¡Que termine con la corrupción y ayude a tanta gente que se quedó sin trabajo, y educación para los niños!», pide Consuelo Curillo al próximo Gobierno, sea cual fuere.

Con una cola de cientos de quiteños a sus espaldas en el Registro Civil, donde esperan tramitar su cédula de identidad antes del domingo, confiesa que este domingo votará nulo porque no cree que «vayan a traer una buena situación para Ecuador», ni confía en el sistema electoral porque «ha habido mucha corrupción y estafa en votos».

«Tengo muchas dudas, muchas preocupaciones porque de la manera que se realizó la primera vuelta no garantiza nada la democracia», apuntaba por su parte Walter Salas, un quiteño de clase media que hacía cola y que votará nulo por la misma razón.

La inmensa mayoría de los consultados asiente con ellos en un país crispado desde hace años por la rivalidad política entre «correístas» y «anticorreístas», con sospechas mutuas de lo que pueda ocurrir el domingo.

Desde luego, el fraude no lo descartaba nadie, pese a que el actual gobernante ni siquiera está en liza.

DOS VISIONES

Por la presidencia compiten Andrés Arauz (36), en representación del «correísmo», versión ecuatoriana del Socialismo del Siglo XXI, y Guillermo Lasso (65), exponente del conservadurismo liberal.

El pasado 7 de febrero, en primera vuelta, Arauz ganó el escrutinio con el 32,72 % de los votos, en tanto que Lasso se adjudicó la segunda posición con un 19,39 %, apenas 32.000 votos por encima del tercero, Yaku Pérez, que denunció fraude.

Atrás han quedado las demandas para la apertura de urnas de Pérez y su partido Pachakutik, que aseguran que «ninguno de los dos inspira confianza» y por ello instan al «voto nulo» a sus seguidores.

Más de 1,8 millones de votantes que pueden resultar cruciales en el balotaje, y a los que Arauz y Lasso les han dedicado no pocos esfuerzos desde que, a mediados de marzo, comenzó la campaña para esta segunda vuelta.

Hoy, en uno de sus últimos mítines, Lasso acudió al Reloj Solar de Cayambe, uno de los reclamados sitios como «Mitad del Mundo» alrededor de Quito. Hay al menos otros dos.

«Hemos querido estar aquí, en la Mitad del Mundo, como símbolo del encuentro, como símbolo de todo lo que nos une como ecuatorianos», apeló el líder de la alianza Creando Oportunidades-Partido Social Cristiano (CREO-PSC).

Desde ahí reconoció la «angustia» de la ciudadanía en el último tiempo, en la que consideró «la peor crisis de toda su historia» en el plano sanitario, económico e incluso de valores.

«Todos estamos angustiados por nuestra salud, por la falta de empleo, la economía, la inseguridad y el futuro», afirmó tratando de captar sus últimos votos de una masa indecisa que algunos expertos elevan hasta el 20-25 % de los algo más de 13 millones de votantes convocados.

PANDEMIA Y HAMBRE

En una jornada que los dos candidatos han dividido entre Quito y Guayaquil, las dos principales ciudades del país, ambos han afinado sus mensajes e instado a un voto efectivo para influir en el rumbo del país.

Arauz comenzó en Quito con un acto de adhesión pública a su candidatura por parte del Frente Nacional Social Demócrata y un acuerdo con la Red de Institutos Técnicos y Tecnológicos Superiores de Ecuador, para terminar por la tarde con el cierre de campaña en Guayaquil. Mañana se espera que lo haga en la capital.

Su mensaje, el de la necesidad de restaurar un Estado en crisis al servicio de «las familias ecuatorianas», sensible a los más pobres y no a los intereses de las empresas u organismos multilaterales con los que Ecuador se ha endeudado para poder salir del atolladero financiero del año pasado, en parte causado por gobiernos anteriores del correísmo y en parte por la pandemia.

Una crisis que ha precarizado notoriamente las condiciones de vida del ciudadano de pie.

«Que el Gobierno entrante dé prioridad a las vacunas para que la gente pueda salir adelante. Hay mucha pobreza, hay muchos mendigos en las calles, muchos niños trabajando. Si es que no se vacuna, solo se va a fomentar la pobreza y, puede ser, que el día de mañana estemos como Venezuela y la clase media desaparezca», resume la joven quiteña Melanie Robayo. EFE