¿Quiénes son los candidatos que pugnan por pasar a la segunda vuelta en Perú?

Un economista que asesoró a dictadores, una psicóloga que habla quechua, un exfutbolista, una heredera imputada por lavado de activos, un empresario ultraconservador con deudas millonarias y un sindicalista radical son los candidatos que pugnan por pasar al balotaje en los comicios presidenciales de Perú.

El mínimo margen de ventaja en los sondeos que tenía el centroizquierdista Yonhy Lescano, de Acción Popular, se ha evaporado. Este ha regresado al estrecho grupo formado por Hernando de Soto, Verónika Mendoza, George Forsyth, Keiko Fujimori, Rafael López Aliaga y Pedro Castillo.

HERNANDO DE SOTO

Tras figurar durante meses entre el pelotón de rezagados, el economista Hernando De Soto, de 79 años, dio un salto en el tramo final de la campaña y se acercó al segundo lugar de las encuestas.

Paradójicamente, su subida se acentuó luego de confesar haberse vacunado en secreto contra la covid-19 en dos viajes relámpago que hizo a Estados Unidos y reconocer al polémico «showman» Andrés Hurtado «Chibolín» como su asesor «ad honorem».

Aunque esta es la primera vez que postula a la presidencia, De Soto acumula una larga trayectoria en la escena política.

Dirigió el Banco Central de Reserva, asesoró a los primeros gobiernos de Alan García (1985-1990) y Alberto Fujimori (1990-1995), apoyó la candidatura de Keiko Fujimori en 2011 e integró el equipo técnico de su partido, Fuerza Popular, para los comicios de 2016.

También asesoró a los dictadores Muamar El Gadafi de Libia (1969-2011) y Hosni Mubarak de Egipto (1981-2011).

En el afán de explotar su imagen de economista exitoso, De Soto se vende como la promesa para reactivar la economía del país, con ideas que respalda desde hace décadas, entre ellas la necesidad de incorporar a la legalidad al sector informal.

Sus tesis postulan una participación mínima del Estado en la economía.

Licenciado en Psicología Social y Economía, y con una maestría en Derecho Internacional y Economía, el candidato postula por Avanza País, un partido al que se afilió en setiembre de 2020 y que nunca tuvo responsabilidades políticas.

VERÓNIKA MENDOZA

Natural de la región sureña de Cusco, la izquierdista Verónika Mendoza postula por segunda vez a la presidencia y lo hace con una ligera tendencia ascendente en las últimas encuestas, que la ubican entre el tercer y el quinto lugar.

Con su fiel bandera de «refundar el país» con un cambio en la Constitución y una segunda reforma agraria, la excongresista es candidata por Juntos por el Perú, un movimiento que agrupa diversas organizaciones de izquierda.

En su andar político, la «Vero», como la llaman sus partidarios, aboga por la legalización del aborto y del matrimonio homosexual y promete nacionalizar el gas natural del país, en caso de llegar al poder.

Hija del peruano Marcelino Mendoza y de la francesa Gabrielle Marie Frisch D’Adhemar, la candidata, de doble nacionalidad y hablante de quechua, se licenció en Psicología en Francia, donde también estudió un máster en Ciencias Sociales.

En 2011 fue diputada por el Partido Nacionalista del expresidente Ollanta Humala (2011-2016), pero luego rompió con el movimiento oficialista por discrepancias políticas y pasó a integrar el Frente Amplio, con el que fue elegida aspirante presidencial para los comicios de 2016, cuando resultó tercera con el 19 % de los votos.

GEORGE FORSYTH

George Forsyth postula por primera vez a la presidencia y, aunque los sondeos lo situaron durante meses como el favorito, sus apoyos han ido cayendo con el tiempo.

El hijo del diplomático Harold Forsyth y de la «miss» chilena Verónica Sommer nació hace 38 años en Venezuela y se desempeñó en el fútbol profesional como arquero del Alianza Lima, uno de los equipos más populares del país.

Tras vestir la camiseta blanquiazul, Forsyth saltó a la cancha política en 2011.

Pasó por grupos de izquierda, centro y derecha y en 2018 fue elegido alcalde de su populoso distrito limeño de La Victoria, por el partido Somos Perú, donde ganó protagonismo mediático por liderar una cruzada para combatir la delincuencia y reordenar el comercio informal.

En 2020 se afilió a Restauración Nacional, un movimiento evangélico y conservador de escasísima presencia política al que refundó como Victoria Nacional, con un perfil de conservadurismo más «liberal».

En su vida privada, mantuvo una relación con la actriz Vanessa Terkes, que terminó en un escándalo con denuncias por violencia familiar contra el exfutbolista por haberla agredido psicológicamente durante sus ocho meses de matrimonio.

KEIKO FUJIMORI

Como heredera del proyecto que inició su padre, el expresidente Alberto Fujimori, Keiko Fujimori postula a la presidencia por tercera vez y lo hace, según las últimas encuestas, liderando el antivoto (65 %).

Sin embargo, errores de los otros candidatos de derechas la han colocado como una opción viable para entrar en el balotaje con su promesa de enfrentar con «mano dura» la delincuencia y la corrupción.

Keiko y su partido Fuerza Popular ya fueron derrotados en 2011 por Ollanta Humala y en 2016, por Pedro Pablo Kuczynski, en esta ocasión por tan solo 41.000 votos.

Ese paso hubiera supuesto la cúspide de una carrera política que arrancó cuando tenía 19 años y asumió el papel de Primera Dama tras el divorcio de sus padres, y que continuó con mayores energías al tomar la dirección del fujimorismo después del encarcelamiento en 2007 de su padre por delitos de lesa humanidad.

La candidata, casada con el estadounidense Mark Vito, está imputada desde 2018 por delitos de corrupción en el marco del caso Lava Jato, una investigación que la llevó a pasar más de un año en prisión preventiva.

RAFAEL LÓPEZ ALIAGA

El empresario ultraderechista Rafael López Aliaga cobró un lugar privilegiado al inicio de la campaña y llegó a duplicar su intención de voto.

Pero el «tío Porki», como se le apoda por su aspecto sonrosado, regordete y sonriente, se desplomó en los últimos sondeos, rezagado entre la tercera y la sexta posición.

Un decepcionante desempeño en el debate electoral; una alianza inexplicable con el etnocacerismo, movimiento indigenista de extrema izquierda; problemas fiscales y la revelación tuvo como socio a un fondo de inversión del magnate estadounidense George Soros, denostado por la ultraderecha de la que bebe y se inspira, parecen haberle pasado factura.

López, miembro del Opus Dei y defensor público del celibato, que practica «desde la adolescencia», postula por el partido Renovación Popular que busca ser una «alternativa política cristiana».

Rechaza con hostilidad la legalización del aborto y el matrimonio igualitario, reconoce que se flagela desde hace cuarenta años y que está «enamorado de la virgen María».

Antes de entrar en política, este empresario millonario se dedicó a la docencia universitaria y a las finanzas.

Creó cadenas de hoteles y se adueñó de las mayores empresas ferroviarias del Perú, lo que le hace presumir de un perfil como empresario exitoso.

Su fortuna, sin embargo, se sostiene por un acuerdo de monopolio con el Estado al que denosta, mientras que su empresa acumula millonarias pérdidas y tiene una deuda de más de 30 millones de soles (8,3 millones de dólares) con la Hacienda peruana.

PEDRO CASTILLO

De forma silenciosa pero constante, este maestro de 51 años y líder de una facción radical de un sindicato de profesores ha irrumpido en la recta final de la campaña con tal fuerza que amenaza con destruir en el último minuto todos los cálculos de las encuestadoras.

Ataviado con el tradicional sombrero de paja de su nativa Cajamarca, ha pasado de estar en el fondo de las preferencias de los peruanos a pelear cabeza con cabeza por un puesto en el balotaje.

Sus posiciones son de izquierda radical en política económica, exige un cambio de la Constitución y pide, entre otras cosas, eliminar el Tribunal Constitucional para sustituirlo por un organismo cuyos jueces sean «elegidos por el pueblo».

Ya dijo que si es presidente, cerraría el Congreso si éste no acepta sus propuestas.

Es muy conservador en temas sociales y enemigo del enfoque de género en la educación y del reconocimiento de derechos a minorías sexuales. EFE