Qué deberíamos esperar

Bladimir Proaño

Mientras escribo estas reflexiones todavía no sabemos quién será el nuevo presidente de los ecuatorianos, por lo que vale preguntarnos qué deberíamos esperar de llegar uno de ellos al poder. Pues bien, primero: que se ocupe de una administración eficiente del Estado, a través de vigilar para que las instituciones públicas estén manejadas por auténticos funcionarios de carrera provenientes desde dentro de ellas o de fuera pero no ligados a la politiquería, sino que sean aquellos que garanticen el buen funcionamiento de las entidades, que velen por el objetivo superior: servir a la sociedad brindando servicios y atención de calidad. Que no suceda lo que acabo de evidenciar, mas de dos meses un funcionario de un departamento del Ministerio de trabajo en la ciudad de Quito se mostró con un quemeimportismo de entregar información (que es pública) para una investigación académica.

Segundo, que se preocupe del cuidado de la casa, es decir de la actividad económica del sector público. Lo que significa que la actividad financiera del sector público se fundamente en la asignación eficiente de recursos (eficiencia en los ingresos y gastos, de forma que no reduzcan el bienestar general ni la oferta de factores y que los recursos públicos se empleen con eficiencia), la equidad en la distribución de la renta y la riqueza y el crecimiento estable de la actividad económica. Los problemas de asignación y distribución asociados a la actividad del sector público, requieren el uso del análisis microeconómico. No puede repetirse ni los abusos del mercado, ni el intervencionismo desmedido. Estado y mercado deben armonizarse, por ejemplo, la salud, educación y seguridad son funciones que no puede desasirse el Estado, siendo necesario que el presupuesto debería abandonar su obsesión clásica por el control y convertirse en un instrumento decisivo al servicio de la eficiencia y eficacia en la dirección y administración de las funciones desempeñadas por el Estado.

Finalmente, preocuparse por levantar el ánimo de los ecuatorianos, que nos recuerde a valorar lo nuestro, se preocupe no solo del calentamiento global sino del enfriamiento humano que estamos viviendo, sea por el impacto de la tecnología o por el distanciamiento social al que nos esta llevando la pandemia si no actuamos pronto con la vacunación. (O)