Traspié o derrota

Marco Carrión Calderón

Quienes tuvimos ocasión de mirar, entre sorprendidos e incrédulos, cómo Rafael Correa la noche de las elecciones apareció para felicitar al ganador Guillermo Lasso y hasta ofrecer apoyo, no podíamos creer si se trataba de una burla más de aquel sujeto o de si pretendía engañar a un pueblo ingenuo que en alto número de votantes le permitió soñar en volver a ganar.

¿Quién puede creer a un siniestro personaje que es conocido por ser farsante y mentiroso como pocas personas? Ventajosamente que el Presidente electo le conoce bien y de ninguna manera va a creer las palabras del prófugo. Este hombre es capaz de decir cualquier cosa cuando está con la lengua suelta lo que, por desgracia, le ocurre casi todo el tiempo.

Aseveró esa misma noche que su candidato títere no había sufrido una derrota sino tan solo un traspié, es decir una especie de resbalón, de algo sin mayor importancia. Pero todo el país y el mundo entero se ha dado cuenta que fue una tremenda derrota a quienes se creían ganadores, pero sobre todo al capo de lo que los jueces calificaron de “organización para delinquir”.

Al fin podemos los ecuatorianos respirar tranquilos y sin la permanente amenaza de más corrupción y nuevos robos al patrimonio nacional, de más ataques a la libertad de prensa, de pensamiento y de expresión, más narcotráfico. Sea resbalón o traspié la verdad es que el país se libró de lo que podía ser un nuevo período de correato con todas sus consecuencias nefastas para la democracia y la ciudadanía. No podemos olvidar que el candidato títere amenazó al país con que luego de ganar iban a quedarse por décadas en el poder. Y viendo lo que pasa en Venezuela con el torpe gigantón no era de dudar de que harían cualquier cosa con la finalidad de instalar otra dictadura larga, terrible y causante de miseria como la del desventurado hermano país. (O)