Un día histórico

Hernán Abad Rodas

Hay cuatro componentes fundamentales de una democracia: independencia, separación de poderes, responsabilidad de los dignatarios y funcionarios, y el respeto a los derechos humanos. Debemos tener claro que: no sólo el sufragio es democracia. Sería absurdo sostener que el hecho de ganar una elección da derecho al ganador de hacer lo que le venga en gana en su país.

Un país vive en democracia, cuando tiene una Constitución que se cumple y poderes independientes que piden y rinden cuentas.

La democracia suministra los medios más eficaces para verificar y controlar los abusos del poder, cuando está bien concebida y ejercida por personas honestas y de probada capacidad ética y moral; constituye el sistema gubernamental más aceptable para la época actual.

El liderazgo de una verdadera autoridad democrática, no debe dirigirse contra un enemigo exterior o interior, sino que todos los individuos o grupos que conforman la sociedad, deben ser conducidos al progreso material y espiritual, orientados por un marco legal de respeto y justicia.

El domingo 11 de abril quedará escrito en la historia y en los corazones de muchos, cómo un día histórico, en el que el Ecuador limpia y democráticamente le dio un BAÑO GARRAPATICIDA y le dijo basta al socialismo del siglo XXI, que durante 14 años gobernó autoritariamente nuestro país; dando un claro mensaje al mundo y a Latinoamérica en particular, en un momento muy importante y sensible en la región.

El presidente electo con su equipo, se ganó a pulso luchando por muchos años contra viento y marea, llegar casi heroicamente a esta posición, ya que nadie lo puso a dedo, sino que su carácter y voluntad así lo decidieron.

Es justo también mencionar que, hay miles de compatriotas votantes que merecen ser aplaudidos de pie y estas líneas de reconocimiento, porque tuvieron la claridad suficiente de no creer, pero aún caer en los cantos de sirena del “Andrés no mientas otra vez”, mensajero del funesto capo Correa.

Para aquellos que vendieron su consciencia a conveniencia, ya que saben muy bien que el socialismo del siglo XXI es una poderosa máquina generadora de pobreza y escasez, para ellos compasión y misericordia, ya que tendrían marchita el alma….

Hoy sabemos que el sillón presidencial es en realidad un montón de brazas ardientes que podrían convertirse fácilmente en llamaradas: tengamos, pues, tolerancia y paciencia, porque las soluciones que esperamos no llegaran a vuelta de la esquina. (O)