Ciudad-campo desarrollo inequitativo

Gonzalo Clavijo Campos

La ingeniera Yilda Rivera, presidenta del Consejo Nacional de Gobiernos Parroquiales Rurales del Ecuador (CONAGOPARE), que agrupa a los 823 GADP, en una última entrevista publicada el pasado 23 de abril, expresa que la ruralidad debe ser la prioridad en el país, en el Gobierno del presidente electo Guillermo Lasso, pues, ya es hora que se reconozca el trabajo agrícola y ganadero como esencial para la seguridad alimentaria del país. Más aún, luego de haberse visibilizado durante esta pandemia que todo puede paralizarse, menos la agricultura, debiendo reducirse la brecha ciudad-campo como una primera prioridad.

Y los números así lo confirman. Los pobres por Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) a nivel nacional, según los datos del último censo del INEC, alcanzan al 60,1%, en el Azuay el 48,3% y en Cuenca tan solo el 22,3%. Sin embargo, existen parroquias azuayas como Ludo en la cual el 96,3% son pobres, Quingueo el 95,5%, San José de Raranga con el 85,5% y con increíbles índices de analfabetismo del 20,74%, 23,26% y 16,31% en el mismo orden, cuando en Cuenca es de apenas el 2,42% y a nivel nacional del 6,75%.

Los productores agrícolas tienen grandes dificultades para acceder a créditos, transferencia de tecnología y capacitación; su sistema de organización aún es incipiente. La comercialización es un grave problema, especialmente, por las vías destruidas. Todos los caminos vecinales y red secundaria de las parroquias S. José de Raranga y Ludo son en tierra y lastre; es decir, ellos aún no conocen lo que es el asfalto y llevar los productos hasta Cuenca, el principal mercado, les toma más de dos horas, sumado las dificultades de acceder a los centros de abasto, los cuales, están monopolizados por los comerciantes locales.

En estas parroquias no existen proyectos nacionales de carácter estratégico, cuya incidencia nacional genere un efecto multiplicador para su territorio en: productividad; empleo; opciones de transferencia de ciencia y tecnología para la erradicación de estos desequilibrios sociales y territoriales tan necesarios. (O)