No hay peor ciego…

Juan F. Castanier Muñoz

He leído y releído la noticia, y definitivamente es como para no creer: los jueces de un tribunal de Manabí han sentenciado a los involucrados en el atraco del hospital de Pedernales con penas que van entre los diez y los dieciocho meses. A pesar de que la fiscalía acusó a los delincuentes bajo la figura de cohecho y lavado de activos, los “sabios” jueces los sentenciaron únicamente por cohecho, lo cual, disminuía enormemente el tiempo tras las rejas.

De lo que se sabe, entiendo que, por declaraciones del mismísimo jefe de la banda, el exasambleísta manabita Mendoza, quien bajo la figura de la “colaboración eficaz” va a salir libre en muy poco tiempo, el gobierno asignó alrededor de quince millones de dólares para la construcción de la casa de la salud de Pedernales, el cantón más afectado por el terremoto de abril del 2016. La compañía constructora recibió ocho millones de dólares de anticipo para comenzar la obra, los depositó en una cuenta bancaria y al poco tiempo al dinero fue retirado de la cuenta y, obviamente, fue repartido entre el ex asambleísta Mendoza, algunos asambleístas independientes, los contratistas y varios funcionarios públicos. La obra, como era de esperarse, jamás se inició, más allá de un terraplén, monumento a la corrupción rampante en el país.

Entonces los delitos son cohecho, asociación para delinquir y lavado de activos, hasta para un estudiante de derecho, pero, para los jueces manabitas que conocieron el caso, un poco más, y había que dictar el sobreseimiento para los maleantes y, porque no, erigir un monumento en su honor. El Consejo de la Judicatura tiene la obligación moral y legal de analizar las sentencias mencionadas, ordenar de manera inmediata un examen oftalmológico de los jueces involucrados y, sobre todo, levantar el sigilo bancario sobre sus cuentas bancarias y las de sus agnados y cognados, y chequear sus últimas adquisiciones, sobre todo las de bienes inmuebles y los vehículos de alta gama. No es cosa de otro mundo descubrir el dinero mal habido o el enriquecimiento ilícito. Lo que falta es la voluntad y la decisión para hacerlo. (O)