Una sensación de pesimismo

Roberto Vivar Reinoso

Un aire de pesimismo sopla desde Carondelet, cuando su ocupante afirma al sucesor, Guillermo Lasso que “no le deja la mesa servida”. Porque dicha frase no solo abarca lo económico, sino los aspectos sociales, administrativos, políticos, de gobernabilidad, fortalecimiento democrático. Por eso ni siquiera desmintió al presidente electo, cuando durante el diálogo en el Palacio, este le calificó como “gobierno transitorio, de paso”, sin huella perdurable.

No puede atribuir esta sensación de fracaso a la falta de apoyo popular, pues, al iniciar su mandato le dio el 67% en la consulta, cuando Febres Cordero y Durán Ballén más bien perdieron al acudir a dicho mecanismo durante su período. El declive gubernamental arranca desde el año 2019, por cinco razones principales: deficiente operatividad, viraje total y agresivo hacia la derecha, perjudiciales ajustes económicos, odio hacia el correísmo, la pandemia.  

Por el bien del país espero que la historia no se repita con quien fue electo el 11 de abril pasado. Porque me preocupan las ficciones que están creándose a su derredor. Triunfó, no por el cambio de actitud o empatía con la comunidad, sino el anticorreísmo de la Sierra que desoyó el llamado de Yaku Pérez para anular el voto.

Otra urgencia constituye el acercamiento a la Costa donde predominó la Revolución Ciudadana, una de cuyas exigencias es “terminar la persecución político-judicial contra sus líderes”. No parece ser casual la insinuación sobre amnistía expresada por el asambleísta de CREO, Francisco Jiménez, a favor de los sentenciados del gobierno anterior. Tanto más que en la Asamblea el acuerdo firmado entre Pachakútik e Izquierda Democrática para captar la presidencia, presiona a los bloques de CREO y PSC a consensuar con el de UNES, si quiere alcanzar igual objetivo. (O)