Marco Chango cuenta vivencias, experiencias y datos científicos de Jefferson Pérez, a través de un libro que empezó a plasmarse hace 20 años

Marco Chango muestra su nueva obra “Medicina Deportiva, Fisiología y Entrenamiento Deportivo Fondo, Medio Fondo y Marcha”. Xavier Caivinagua/El Mercurio

“Medicina Deportiva, Fisiología y Entrenamiento Deportivo Fondo, Medio Fondo y Marcha”, es el nuevo libro que escribió Marco Chango.

Esta obra recopila información basada principalmente en la ciencia, la investigación y las experiencias que compartió junto al campeón olímpico Jefferson Pérez.

Chango, doctor en medicina y cirugía, y médico deportólogo, conversó con Diario El Mercurio sobre dicho libro que empezó a plasmarse desde hace 20 años, y también compartió sus nuevos aportes a la literatura ecuatoriana. A continuación, la entrevista.

¿Cómo se siente después de hacer realidad la publicación de este libro, que es el producto de muchos años de trabajo?

Muy contento. Al fin puedo decir que mi sueño se hizo realidad después de 20 años que se ha estado cocinando esta obra.

No fue nada fácil. Fue muy complejo cuando asumimos el trabajo con Jefferson Pérez por el hecho de hacernos cargo del mejor atleta de ese entonces.

A parte de la competencia que él tenía con los mejores atletas del Mundo, nosotros también teníamos una competencia con los mejores médicos y fisiólogos del Mundo.

Nosotros tuvimos que investigar a fondo, incluso con el mismo Jefferson formulamos planteamientos que contradecían lo que venía haciendo y hasta cómo ganó la medalla olímpica.

Normalmente existía la teoría que la marcha era una prueba aeróbica por excelencia, pero si nosotros hubiéramos pensado en esa hipótesis jamás se habría roto el récord del Mundo, ni se impusieran marcas que ahora se ponen en los 20 kilómetros, en donde prácticamente el atleta con acumulaciones de ácido láctico y de manera intensa imprime velocidades muy altas que ahora ya compiten los jóvenes…Sin duda que ha sido un período largo de investigación que incluye la preparación científica, el control bioquímico, las pruebas, las velocidades y los test de sobrecarga y comparativos con los rivales que tuvo Jefferson.

La obra, que servirá de consulta, es un hito histórico en el paso de la investigación científica en nuestro país en la publicación de resultados con nuestros atletas.

¿Fueron considerados todos los datos técnicos y científicos de la carrera de Jefferson Pérez?

Sí. Esta obra corresponde a un período corto, a raíz de que Jefferson Pérez obtiene el cuarto lugar en Sydney 2000.

En el 2001 mantiene conversaciones conmigo. Ese mismo año prácticamente inicia una nueva era, una época dorada, porque si bien se consagró campeón olímpico, luego, creo, tuvo los mejores resultados de su carrera deportiva, porque completa tres Copas Mundo, tres Campeonatos Mundiales, un récord del Mundo en París: 1 hora 17 minutos 21 segundos, que hasta ahora se mantiene en campeonatos oficiales.

Todo está narrado en la obra, que también es un homenaje al maestro y amigo Luis Chocho (+) y a su primer médico Freddy Vivar, pues hemos tomado la estadística de los tiempos y lactatos que registraba antes de conseguir la medalla olímpica, comparado con su preparación para el Campeonato Mundial de París y el récord del Mundo, en donde se comprueba cuál es la mejoría exacta porcentual de los atletas ecuatorianos cuando entrenan en la altura y compiten a nivel del mar con el llamado efecto ping pong.

Adicionalmente el biotipo de Jefferson ayudó bastante para la consecución de sus logros porque si le ponemos a nadar no queda ni siquiera campeón intercolegial, si se le pone a hacer maratón, tampoco, porque su estructura ósea y biomecánica no es para la carrera.

El maratonista es aquella persona longilínea, de piernas largas, de centro de gravedad elevado y una estructura ósea frágil, caderas angostas y poca musculatura. En cambio, el biotipo de los marchistas es igual a los que tienen los serranos, somos de huesos anchos y cadera más amplia que favorece a la marcha.

Entre otros datos relevantes que se encontrará en este libro están las semanas ideales que el atleta puede prepararse en la altura y en qué semana se puede competir…Esperamos que nuestros lectores y el país entero disfrute de la obra.

En sus declaraciones nos da a entender que las medallas de Jefferson fueron una epopeya con lo poco que se tenía en ese entonces ¿Es correcta esta apreciación?

Sí. Pienso que mientras más difícil es el reto, mayor es la satisfacción. Mucho más cuando obtuvimos resultados sin la tecnología necesaria.

A pesar de todo pudimos aportar con el mejor atleta del Mundo de todos los tiempos en cuanto a los 20 kilómetros marcha se refiere. Por tal razón a veces no admito que se compare a los atletas con Jefferson Pérez, sobre todo cuando se dice que ya tiene sus herederos cuando en el Mundo no ha nacido todavía un marchista de esas condiciones…Es alguien comparado solamente con Carl Lewis, Muhammad Ali…

Siempre queremos comparar a los atletas ecuatorianos con Jefferson y ahí es cuando les hacemos daño porque les metemos presión.

Sin embargo, pienso que el atletismo ecuatoriano en Tokio tendrá la oportunidad de reivindicarse. Creo que podemos tener al menos dos atletas: una dama y un varón, entre los 10 primeros.

¿Cree que Jefferson Pérez hubiese llegado más lejos con los actuales avances tecnológicos o también se dependía de otros factores?

Sí, aunque obviamente en esta obra no todo es virtudes. Marco Chango también se desnuda y damos a conocer los errores que cometimos como seres humanos con Jefferson Pérez, porque muchas veces el atleta se cree invencible.

Por ejemplo, en la Copa Mundo Turín 2002, Jefferson estaba listo para romper el récord del Mundo. Previamente fue evaluado por los científicos en Chula Vista.

Yo, quizás de una manera más práctica, con una regla, un papel, un lápiz y mi computadora le hice la misma evaluación y concluí que va a competir a 4 milimoles de lactato con 3 minutos, 50 segundos el kilómetro, pero Jefferson me dice que estoy equivocado.

Los americanos le entregaron los resultados a los tres días y le dijeron lo mismo que yo le dije…Esa experiencia valió para que él confíe en nosotros. No obstante, esa doble evaluación que le hicimos en 10 días, hizo que se lesione y por lo tanto se cayó el récord del Mundo en 2002.

En el año siguiente enfrentamos nuevamente ese reto con Jefferson Pérez. Retomamos la forma deportiva y rompió el récord del Mundo, pero también estuvimos a punto de fallar porque estuvo cerca de un sobre entrenamiento, razón por la cual nos tuvimos que regresar a Ecuador para escondernos en Loja dos meses, aprovechar la fatiga que se llama el efecto de hipercompensación, y luego ir a competir en París.

Hicimos lo que hicimos, la estrategia también fue impresionante porque competía contra un monstruo como Paquillo Fernández, que salía a matar desde el inicio a intensidades elevadas y nadie le aguantaba, pero esa vez Jefferson tenía que dejarle que se adelante 40 segundos y luego recortarle a mitad de competencia, pasarle y entrar al estadio de París. Tengo el orgullo de haber entrado corriendo a su lado…con un parpadear de ojo le ganó el récord mundo a Paquillo.

¿Cómo se financió esta obra que es un aporte a la ciencia, investigación y deporte?

Mi vida se ha ido en la ciencia y la investigación porque queremos dejar un legado y reflejar el esfuerzo que hizo Jefferson cuando era atleta. Lamentablemente no he tenido apoyo.

La pandemia generó grandes problemas económicos y afectó especialmente a quienes queremos publicar un libro porque nadie nos apoya mientras no triunfemos. No hay las editoriales gigantes que se hacen cargo de la obra…Este libro ha sido a cuenta personal, se hizo un gran esfuerzo, tomando en cuenta que la producción bordea los 8.000 dólares. Tengo otra obra que también publiqué por cuenta propia, pero dando gracias a Dios en Cuenca y Ecuador fue un éxito porque mi novela “Zhamán El Tesoro Escondido de Atahualpa” (que continúa disponible) se vendió muy bien.

El trabajo que acabamos de publicar ya se encuentra a la venta en Librería Contemporánea y Farmacias Monte Sinaí. Contamos con 1.000 ejemplares y tiene un valor de 25 dólares. Por el momento nos han empezado a pedir estudiantes de Cultura Física, entrenadores, inclusive tenemos pedidos a nivel internacional.

Recién publiqué el cuento “Amor en Pandemia”, en Diario El Mercurio, una empresa que siempre apoya al deporte, ciencia e investigación, por lo que estoy muy agradecido; tengo otra obra literaria denominada “Macho Alfa” que actualmente está en revisión, y estamos trabajando una novela relacionada con la transición de la revolución cubana.

¿Cómo nace su afición por escribir?

Desde niño. En un inicio mis padres no tenían dinero y yo reunía dinero de mis fiambres para comprar libros. Mis primeros libros que adquirí fueron: Las Aventuras de Tom Sawyer, Simbad el Marino…

…Luego desde joven cuando me enamoré también empecé a hacer poemas para mis novias, incluso les daba haciendo los poemas a mis amigos que eran cortos de palabra para que conquisten a sus novias. (D)