La realidad de la vacunación

Gerardo Maldonado Zeas

Existe una conexión de reciprocidad entre la salud y la economía, tal como el economista y filósofo inglés Albert Marshall, profesor de Keynes, desde el siglo XIX sentenció: «la salud y la fortaleza física, espiritual y moral, son la base de la riqueza social”.

Mientras las personas están enfermas o con riesgo de enfermarse, la contribución a generar el desarrollo de un país es limitado, y así se ha reflejado en la historia.

Por eso la preocupación del presidente electo Lasso, de volcar toda su energía y la del equipo para cumplir con la necesidad imperiosa, más que oferta de campaña, de vacunar a 9 millones o más de compatriotas en los 100 primeros días de gobierno, requiere paciencia, confianza y apoyo de todos.

Múltiples veces han cambiado los cronogramas de los beneficiarios de las vacunas; existen denuncias de privilegios, los tristemente recordados VIP, que el mismo presidente Moreno denunció, y al final le costó el cargo al ex ministro Zevallos. Desde la anterior semana, apareció una publicidad mediante la cual se invita a los ciudadanos con Diabetes como enfermedad catastrófica a vacunarse, pero cuando la gente llegaba a los puestos les dijeron que esta enfermedad no está contemplada en el cuadro. Tampoco se han vacunado los jóvenes médicos que ingresaron al internado el 1 de mayo pasado.

Los trabajadores de los sectores estratégicos, que están en el despacho y entrega del gas en cilindros, o surten el combustible a granel en fábricas, edificios, clínicas, hospitales y asilos; quienes trabajan en gasolineras, los motorizados de entregas a domicilio, trabajadores de los mercados y comisariatos, no han sido tomados en cuenta en el plan de vacunación, pese a los ofrecimientos de las autoridades de salud.  Es de sentido común entender que ellos son tan de primera línea o vulnerables como los de la tercera edad, o quienes padecen enfermedades catastróficas. Son servicios básicos imprescindibles apoyados por la ciudadanía, más allá del esquema para definir una particular forma de entender la cobertura de la vacuna a los más necesitados.  (O)