«Sansón», un agudo filme sobre la libertad dentro del caos

Fotografía fechada en 2018, cedida por el equipo de producción de la película Sansón, que muestra una escena durante el rodaje de la película. EFE

La identidad, la necesidad de pertenencia, la reconstrucción del ser humano frente a eventos traumáticos y el amor como salvavidas atraviesan la trama de «Sansón», una producción ecuatoriano-colombiana que deja claro que, para ser libres, no basta con salir de prisión.

Corría 2014 cuando Pável Quevedo Ullauri escribió la primera versión del guión de esta película de ficción, que se estrenará el próximo 28 de mayo con una potente reflexión sobre la libertad, y que recurre a la cárcel como símbolo para hablar de los distintos conceptos de «prisión».

La obra se estrenará en momentos en que Ecuador se mantiene latente una de las páginas más sangrientas en la historia del sistema carcelario, escrita en febrero pasado.

Ese mes una rivalidad entre bandas dejó más de setenta reos fallecidos y reavivó la inquietudes sobre el manejo del sistema carcelario, así como del presente y futuro de los presos, preocupaciones palpables en «Sansón».

LIBERTAD NO SOLO ES SALIR DE PRISIÓN

Ambientada en el centro histórico de Quito y a ritmo de la tecnocumbia, «Sansón» aborda el conflicto entre retomar el pasado o construir una nueva vida: ¿Cómo volver a empezar cuando tu vida se detuvo y el mundo continúa?

Antes de empezar la obra, Quevedo, de 40 años, se reunió con exconvictos y abogados, visitó prisiones y constató que muchos reos salen de la cárcel peor de lo que entraron: con las emociones quebradas, ideas saturadas, pocas herramientas emocionales, existenciales y prácticas «como para asumir nuevamente al mundo real», dijo a Efe.

El caso de una persona que fue condenada a un año de prisión, pero que estuvo encarcelada durante siete en espera de sentencia, así como otras experiencias, fueron alimentando el guión de una película que, en 90 minutos, habla de la necesidad de reinventarse para sobrevivir.

Y es que apasionado por el tema de la libertad, su director no solo reflexiona en la obra sobre ese concepto desde el ángulo del encierro, sino desde «su diversidad de miradas».

Para él, la libertad es una sensación muy íntima de «sentirnos a gusto con el ambiente donde vivimos, completos con la gente que compartimos. Es poder tener una vida digna, derechos sociales dignos».

«Para ser libres no basta salir de prisión», resume el espíritu de la cinta en la que el personaje principal, Baldomero, interpretado por el ecuatoriano Wolframio Sinue, sale de la cárcel y «se da cuenta de que no es libre porque tiene muchos traumas guardados, está quebrado como ser humano», y debe reconstruirse como persona.

«LA PRISIÓN ESTÁ DENTRO DE UNO»

La película cuenta la historia de un exboxeador (Baldomero) que tras pasar nueve años entre rejas, intenta reinsertarse cargando los fantasmas del pasado y afrontando los prejuicios.

La película da al público la posibilidad de entender que si el sistema no ha construido algo que ayude en el día a día, «uno tiene que hacer ese tremendo esfuerzo» por salir adelante, declaró Sinue a Efe al destacar la importancia de liberarse de prisiones propias.

Baldomero es en todos esos sentidos la representación del ser humano que lucha contra toda adversidad para no volver a caer en malos pasos, porque Sinue considera que «la prisión está dentro de uno» y que el trabajo para superarse es individual.

«Quizá las cárceles no solo están ahí en los centros penitenciarios, quizá las cárceles están afuera», señaló el protagonista de «Sansón», obra que explora el mundo de las prisiones, de la tecnocumbia y de la reinserción.

Cuando Baldomero sale de la cárcel, deja de sentirse parte del mundo, sin capacidad de conseguir trabajo, relacionarse con otras personas o de fluir en la sociedad y, por eso, la obra pone el acento en la necesidad de pertenencia.

«Estamos en un sistema con terribles fallas y que expulsa a la gente que no se adapta o que no tiene las capacidades ni económicas ni emocionales», afirma Quevedo al hablar de un «sistema fallido» que crea personas que no tienen herramientas para la vida.

Y espera que el público se conecte con la película pues «todos tenemos un poquito de Baldomero: muchas falencias, traumas, todos somos personas conflictuadas» en una sociedad desigual.

Para afrontarlo, Quevedo ve necesaria una educación integral: emocional, espiritual y de conocimiento, «que forme seres humanos más completos», mientras Sinue añade que lo primario para los seres humanos es el amor.

«Si no existe ese espacio en el cual nosotros podamos ser escuchados, acompañados, sostenidos a nivel emocional, el resto se vuelve árido», comentó el protagonista de una obra que invita a enfrentar el pasado para ser libres.