2 %

Aurelio Maldonado Aguilar

La Asamblea termina sus funciones y las matemáticas que nunca mienten, califican a tan excelso grupo humano con un escalofriante puntaje del 2 % de aceptación ciudadana según expertos y sondeos de opinión. Con importantes remuneraciones mientras desempleo y hambre campean en el país, con cientos, si no miles de asesores y expertos ayudantes en tapar fechorías y que, incluso ellos, víctimas también de coimas que debían entregar al “honorable” para seguir en el cargo bien remunerado que ostentaban. Pienso que es un merecido puntaje para un ente podrido desde las mismas raíces, donde encontramos un amasijo de delincuentes de poca y mucha monta, con respetables excepciones, desde luego. Del grupo variopinto de personas cuyo número oscila en ciento treinta “honorables” que se dejan llamar padres de la patria, logramos distinguir un prontuario exuberante y florido, pues sinvergüenzas que cambian su voto en importantes y trascendentales decisiones que crucifican al pueblo al que dicen representar, mientras muy por el contrario lo ahogan o para salvar del juicio político y castigo a compañeros de su misma lagartera. Los certificados de discapacidad que abre puertas para defraudar al fisco al que juran defender, florecieron en sus curules, pues según ellos son sordos, ciegos, mudos, mongólicos y otras desgracias y sin embargo se los ve pintiparados con sendas copas de caros licores en mano y dándose ínfulas de académicos de la vida en sus espurias pláticas. Prófugos evitando ser encarcelados venteando su falsa persecución política para que los recluyan en embajadas de países amigos y corruptos como ellos mismos, otros, sentenciados a prisión por amplia escala de delitos que pretendieron ocultar, robos insólitos en contratos de hospitales y obras nunca construidas o mal hechas, atorrantes que juegan con el dolor del ser humano al especular con medicamentos, pruebas o mortajas para los muertos de feroz pandemia, para ellos intrascendentes, mientras puedan embolsicarse su ratería. Pero la culpa también es nuestra. Poca gente honesta quiere enlodarse en política y dejamos que salgan electos muchos similares a los que se van. Todos risueños y jubilosos, elegantes, tomándose fotos del recuerdo, algunos total desconocidos que no son más en realidad que filáticos de la parroquia que los eligió y otros conocidos ya por sus fechorías, electos por pueblo irracional. Dolorosa y pura verdad. (O)