Con pie derecho

CON SABOR A MORALEJA Bridget Gibbs Andrade

Este lunes el país empezó con pie derecho. Un emocionado y auténtico Guillermo Lasso se posesionó como presidente de la república, prometiéndonos llevar hacia un Ecuador del encuentro. Un encuentro que, hace cuatro años, lo veíamos muy remoto, sobre todo los que militamos en las calles, a través de los medios de comunicación y desde cualquier espacio del que disponíamos, a favor de un cambio. Y finalmente se dio, gracias al hartazgo y repudio de casi todo el país a la cloaca pestilente y nauseabunda que se tomó el gobierno por catorce años.

Moreno fue un individuo que nunca estuvo a la altura del sillón presidencial. Si en algún momento tomó conciencia de que el haber participado en un fraude no fue lo más conveniente, pues se dio cuenta muy tarde. El país perdió cuatro largos años en los que retrocedió como el cangrejo gracias a su inutilidad para liderar y gobernar y, además, para encubrir las trapacerías del correato. Sintetizando la execrable historia que llegó a su fin: una banda de delincuentes se percató que el Estado era un gran botín y fundaron Alianza País. Con aportaciones de Chávez y las FARC, se hicieron del poder. El Estado desapareció y afloró una organización criminal. ¡Hay que llamar a las cosas por su nombre! Lasso ya lo dijo: “Porque la experiencia nos dice que quienes buscan todo el poder, luego terminan buscando clemencia por los crímenes que ocurren cuando ese poder se les va de las manos”.

Muchos se han dado en decir que el presidente saliente fue bueno porque “traicionó” al malo. Traicionó a la patria, señores. No hay porqué darse más vueltas. Y tanto él como su antecesor, sus agnados y cognados, deberían ser exiliados de la memoria colectiva. Como lo que son: una bazofia. Algunos medios de comunicación han propuesto no mencionar al innombrable, a no ser que fuere estrictamente necesario. Me parece lo correcto, aunque este pronunciamiento llega un poco tarde.

Guillermo Lasso tiene todo para pasar a la historia como uno de los mejores presidentes del Ecuador. Integridad, liderazgo, autenticidad y sensibilidad, son su carta de presentación. No sé si sólo es idea mía, pero hasta el cielo está más azul, la hierba está más verde y el sosiego impera. Desde esta columna, expreso mis más sinceros parabienes a nuestro flamante presidente. Su éxito, será el nuestro. (O)